De matrimonios y de cuentos...
Te invito a leer el libro e ir en busca del “loco” de la familia, pregúntale la historia del abuelo, o la de la tía...
Editada en Buenos Aires, impresa en Uruguay, esta antología de cuentos incluye autores de Guatemala, España, Estados Unidos, Ucrania, Rusia, Nueva Zelanda, entre otros. ¿De qué podría hablar gente tan distante y tan distinta? Quizá el título del libro te responda: Cuentos de matrimonios, publicado en 2010 por Alfaguara.
El prólogo asemeja un cuento más de la colección, entre agudas reflexiones Claudia Piñeiro (escritora, dramaturga, guionista de televisión) nos revela la historia de sus abuelos, como preámbulo escribe: “...cada familia alimenta su propia mitología para tener de dónde aferrarse, pilares sobre los que construye su historia tanto como lo hace sobre el apellido, los genes, la herencia o, en el mejor de los casos, el amor.
Estos relatos se repiten de generación en generación, y en cada repetición se adornan, se recrean, crecen, hasta que un día alguien, generalmente el ‘loco’ de la familia, pone en duda su veracidad. Entonces [...] el mito cae o se acrecienta...”.
Líneas después, Piñeiro dejará libres algunas preguntas para hacerlas revoletear en nuestras cabezas: ¿Quién se atrevería a dar hoy una definición cerrada de la palabra matrimonio?, ¿qué queremos nombrar cuando decimos matrimonio?, ¿dos personas diferentes, en distintos lugares del mundo, llaman matrimonio a la misma cosa? Al leerla me pregunto: ¿dos personas compartiendo la misma casa llaman matrimonio a la misma cosa?
Qué te parece si te dejo más preguntas junto con el título del cuento en el que aparecen por si deseas encontrar algunas respuestas:
¿Qué harías si te enamoraras de otra mujer? en “No ahondes” de Alberto Moravia.
¿Querés que te sea sincero? en “Los pocillos” de Mario Benedetti.
¿Y si volviéramos a empezar desde el principio? en “Las bodas de plata” de Rosa Montero.
Te invito a leer el libro e ir en busca del “loco” de la familia, pregúntale la historia del abuelo, o la de la tía, o la del octavo marido de la prima de la abuela, o ¡desembucha!, seguramente hay mucho que contar.
¡Felices historias!