Mayas, alhajas y dientes de oro
Los mayas asignaron al oro la expresión tak’in (de ta’, excremento, y k’iin, sol). Con el paso del tiempo, tak’in se convirtió en el genérico de dinero.
Entre los antiguos mayas yucatecos, el oro tuvo una importancia ritual y ornamental, aunque sólo fue empleado para elaborar figuras y piezas sencillas que cortaban y repujaban sobre hojas de oro que traían de tierras lejanas. El verdadero valor se lo daba la habilidad y maestría de los orfebres para crear piezas de fina manufactura.
Cartas de Indias, relaciones de encomenderos y crónicas de Lizana, Landa y Cogolludo indican que entre los primeros españoles llegaron plateros que labraban y forjaban ornamentos. Pronto sus discípulos, mayas muchos de ellos, propagaron estas artes por toda la península hasta la confección de alhajas de filigrana de oro y otros metales.
Los mayas asignaron al oro la expresión tak’in (de ta’, excremento, y k’iin, sol). Con el paso del tiempo, tak’in se convirtió en el genérico de dinero.
De acuerdo con fuentes coloniales tempranas, se aplicó el nombre de tuup (arracada o perendengue de madera antigua) al arete oval o zarcillo de oro. A la cadena de oro se le conoció como (u) bil tak’in o hok’lom maskab (de hok’, encadenar o eslabonar y maskab, genérico de metal); wolis tak’in significaba bola de oro, medalla; y como ts’ipit k’ab al anillo o sortija para los dedos. Finalmente, al oro falseado, baño o imitado se le llamaba esbil k’ank’an tak’in.
Tanto valor otorgaron los mayas al oro que lo comenzaron a incrustar en sus dientes. Esta práctica tiene su origen en la antigüedad cuando se los perforaban para ponerles jade y piedras preciosas. En los años setenta del siglo pasado no era extraño ver a mujeres y hombres mayas con “dientes de oro”. Las incrustaciones en los bordes de los incisivos centrales superiores o la reposición de piezas dentales de oro no se limitan sólo a la apariencia y estética, sino que denotan la pertenencia a una posición social y económica alta.
Durante la colonia, así como en la actualidad, se han diseñado diversas prendas: aretes de flor de granada, de bola o en forma de estrella; soguillas diversas, anillos y medallas con nombres y frases grabadas, esclavas esmaltadas, rosarios y cruces de filigrana. Prendas que identifican y conforman las joyas tradicionales mayas y que constituyen parte del atuendo de la “mestiza” y se han usado como dote matrimonial. Hay regiones donde se han creado estilos propios, como los aretes motuleños o la arracada cruzo’ob de la guerra de castas.
Las técnicas tradicionales de joyería se conservan y se trabajan, tanto en Mérida y Valladolid como en más de quince poblaciones del estado.