Una muestra del poder que alcanzaron los mayas en el siglo VII queda plasmada  con la evidencia de imponer su arte en edificaciones ubicadas en el centro de ciudades del Altiplano Central.

Si consideramos que la proyección de algunos rasgos culturales hacia tierras lejanas es una forma de expansión, entonces señalemos algunos ejemplos. En la gran metrópoli de Cholula se han recuperado artefactos y un estilo decorativo con una clara influencia del Golfo. También otros grupos como los mixtecos llegaron a Cholula diseminando ciertos rasgos iconográficos y calendáricos en asentamientos de Puebla y Morelos.

Los mayas influyeron fuertemente en la vida de las élites de las ciudades de Cacaxtla y Xochicalco. Podemos ver que en la  extraordinaria pintura mural de Cacaxtla se plasmaron diseños procedentes del Golfo de México y algo del repertorio teotihuacano. Sin embargo, la composición de las escenas, el tratamiento, la cromática y las características de los personajes son evidentemente mayas. 

Es muy probable que los artistas que pintaron las escenas, así como parte de la misma nobleza local, estuvieran cercanamente familiarizados con la tradición artística de la Cuenca del Usumacinta.

Otro caso es Xochicalco, es allí en donde confluyen tradiciones regionales aún más sorprendentes. Ya que la configuración del espacio se parecería a lo que vemos en Monte Albán. Pero al analizar las características de los conjuntos ceremoniales y la presencia de acrópolis nos lleva a la conclusión de que hay más semejanza con el sistema maya. Otro ejemplo lo podemos constatar en las figuras humanas esculpidas en el templo de Quetzalcóatl, que, por su estilo, sin lugar a duda corresponde a la tradición plástica maya que proviene de Copán. 

Tanto en Xochicalco como en Cacaxtla encontramos elementos estilísticos  que solamente se pueden explicar a través de un contacto muy cercano con grupos de élite que conocieron bien el arte maya. A partir de esta red de relaciones, se puede deducir que, después del gran vacío dejado por Teotihuacán,  todas las grandes ciudades se apresuraron a reconstruir desde sus regiones la antigua red de intercambios en los que incidieron varias iniciativas  y no un poder central.