Me equivoqué con las “ladies”

Lo primero que se me ocurrió fue hablar de lo útil que han resultado los apelativos “elegantes” para balconear.

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Apenas después del escándalo de las famosas #LadyProfeco y Lady de la Roma, compartí en Twitter que el chiste del mote había comenzado a desgastarse. 

Lamenté que un descubrimiento ingenioso se hubiera convertido en un recurso que, de tanto usarse, corría el riesgo no solo de perder eficacia sino hasta de convertirse en chocante. 

Me pregunté si cada vez que alguien cometiera un abuso de poder o tráfico de influencia y fuera descubierto infraganti se vería inmediatamente etiquetado como “Lady” aquello o “Gentleman” lo otro. 

Todo por servir se acaba, pensé, hasta las buenas puntadas. Me equivoqué. A los pocos días, la gente detrás de Marketplace, un programa de la radio pública de Estados Unidos, me invitó a narrar alguna historia reciente y positiva sobre México, de preferencia sobre la lucha cuesta arriba que el país enfrenta contra la corrupción. 

Lo primero que se me ocurrió fue hablar de lo útil que han resultado los apelativos “elegantes” para balconear, con toda justicia, a los que aún creen que viven en el país del charolazo. 

El tema les pareció atractivo por dos razones. Primero, por el hecho mismo de la lucha contra la corrupción y el influyentismo. Y segundo, y más importante todavía, por el papel de las redes sociales como herramienta para exponer, al oprobio más público e inmediato, a los infractores. 

Me explicaron que, al usar los motes, la comunidad tuitera mexicana se ha adueñado de una vanguardia que, al menos en Estados Unidos, resulta todavía ajena. 

La cohesión de la red social en México les pareció no solo admirable sino digna de estudio. Algo me dijeron sobre la velocidad en que se generan en México los trending topics y cómo esto da pie a una especie de gran lupa virtual que ayuda no solo a exhibir a los corruptos sino, en su mejor versión, a prevenir los desplantes que tan repugnantes resultan. 

Cuando veo el intento más reciente de pedantería y necedad, protagonizado por Luz María Beristain, la ahora célebre #LadySenadora, y escucho su desesperado intento por justificar lo injustificable, no puedo más que reconocer, con gusto, que cometí un error. Que siga, pues, la exhibición de las “ladies” y los “gentlemen”, reptiles de otros tiempos, sin lugar en el México actual, tan apegado a la mejor transparencia.

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