Me juzgan por mis tacones
Yakiri por poco termina en calidad de víctima en la cárcel de Tepepan.
Cuando comenzó a escucharse aquello del “exceso de legítima defensa”, imaginé que se trataba de una crítica al Tuca Ferreti, luego supuse que era la manera en que había huido el buque-tanque Goliath de Oceanografía ahora que la PGR y los noruegos lo están buscando hasta en Xochimilco para requisarlo; también que se trataba de un término legaloide para explicar la manera en que Madero y Cordero han establecido su guerra sucia y fría; o el método mediante el cual el padre Goyo, distinguido y rudo luchador por las causas de las autodefensas en Apatzingán, ha dicho: “Me voy para no estorbar”.
Ya luego supe que el término fue aplicado a Yakiri, protagonista de una historia tenebrosa de violación en la que, por matar a su agresor para salvarse, por poco termina en calidad de víctima nada triunfante refundida en la cárcel de Tepepan.
Y con todo y todo, luego de padecer lo indecible frente a la justicia mexicana, aún tuvo que hacer la coperacha para juntar el dinero de la fianza. Para empezar a redimirse, los Bribiesca tendrían que haberla pagado.
Ya en el tema del precio del kilo de limones, ahora que gracias a los Templarios, la plagas, el caos de los comunitarios y las narcofosas en Michoacán, no sería con relojes Audemars Piguet, sino con un camión del cítrico que podrían pagar la deuda de Oceanografía con el IMSS más los sueldos caídos de sus trabajadores.
De regreso a Yakiri, tampoco es que los jueces sean infalibles. A lo mejor a nuestros impartidores de justicia les gusta mucho el reguetón y confundieron a Yakiri con la clásica “Yasuri, Yasuri, Yamileth, te metes conmigo y te saco la Gillette”. Eso lo explica todo.
Todo menos que el culto Eruviel Ávila impidiera la realización del festival metalero Heaven & Hell, dizque porque no cumple con las normas de seguridad. Digo, si en esa geografía lo inseguro es andar en la calle. Si se obligara a practicar el pliego petitorio del gobierno del Edomex en el DF, clausurarían hasta el Auditorio Nacional con todo y Luismi. Aunque el góber diga que le gusta Guns N’ Roses, lo más seguro es que lo único que quiere ver en Texcoco es Paquita la del Barrio y al Potrillo.
Y de vuelta al caso de Yakiri, todo indica que ante la ley hasta entre legítimas defensas hay clases. Y supongo que si es legítima autodefensa, hasta te manda un comisionado. A lo mejor Yakiri tendría que haber dicho con aire melodramático como la senadora perredista Iris Vianey, acusada de tener nexos con el narco: me juzgan por mis tacones.