Medicina efectiva

La medicina practicada por los mayas desde épocas remotas es, sin duda, una más de las muchas muestras del genio de esa raza...

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La medicina practicada por los mayas desde épocas remotas es, sin duda, una más de las muchas muestras del genio de esa raza. Existe y está vigente aún hoy día una farmacopea y una clínica que han probado su eficacia durante siglos y que efectivamente, como dice el curandero tradicional Miguel Ismael Chávez Manrique (Milenio Novedades, 19-02-17), se ha heredado de generación en generación y se ha enriquecido con las aportaciones de sus practicantes.

Yo he sido testigo de la sabiduría que despliegan los yerbateros y curanderos –ahora bautizados como médicos tradicionales-. Hace unos años, hice un reportaje para la televisión oficial de Yucatán –en un programa que desafortunadamente ya no existe: Acérquese- que me permitió atisbar por encima y darme cuenta de toda la profunda sabiduría que acumulan esos terapeutas. 

Uno de ellos especialmente, cuya humilde vivienda estaba asentada en un cerro de la comisaría de Tabi, Sotuta, me asombró con su enorme acervo de posibilidades curativas –y su claridad al afirmar: No puedo curar todo, pero sí muchas enfermedades; en algunos casos mejor recomiendo visitar al doctor-, pero todos los que visité en esa zona abrieron ante mis ojos un abanico de yerbas y raíces que de verdad sanan, desde una fiebre hasta piedras en el riñón.

En Uxmal un grupo de mujeres de la comisaría de San Simón –que tienen en el arqueólogo José Huchim a un guía amoroso- me llevaron por todos los rincones de esa majestuosa filigrana en piedra y me fueron explicando cómo ahí mismo recolectan yerbas y cortezas con las que sanan a sus enfermos. 

Miguel Guémez y la italiana Patricia Cuatrocci, expertos en medicina tradicional, tienen un estudio sobre las parteras tradicionales que es una lección de obstetricia. Ahí puede uno ver cómo esas sabias mujeres ayudan al parto y hacen partícipe del acto de alumbrar al hombre. A mí sobre todo me llamó la atención mirar cómo acomodan lo que llaman tipté o cirro y cómo soban a las embarazadas para poner en buena posición en el vientre a los niños.

Todo esto es real y efectivo sin duda, pero desafortunadamente hay gente sin escrúpulos, charlatanes que denigran esa ancestral práctica y que ofrecen curar todo, a veces hasta el sida. Contra esos, no contra los curanderos indígenas, tendrían que enfocar sus baterías las autoridades sanitarias.

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