'Mediterránea', ficción que documenta la cruda realidad

Hay que comentar que se trata de una cinta de ficción, a pesar de que puede parecer un documental bien logrado...

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En estos tiempos frenéticos de política realista (…), de criminales neoliberales (parafraseando al Subcomandante Marcos), hablar de la inmigración internacional no resulta ajeno a nadie en nuestro país, considerando que somos el patio trasero de los Estados Unidos y por aquí pasa el mayor flujo de personas que quieren cumplir el sueño americano. Recientemente se ha puesto atención a un grupo de africanos y haitianos que desean llegar al país vecino del norte y eso nos marca la pauta para explicar la trascendencia del filme que hoy atañe a esta columna: “Mediterránea”.

Pero vayamos de lo general a lo particular, para separar las piezas que componen esta devastadora cinta. 

Para iniciar, hay que comentar que se trata de una cinta de ficción, a pesar de que puede parecer un documental bien logrado, que no se escuda en términos rebuscados ni en planos muy cerrados o tomas oscuras para tratar de disfrazar lo bestial y crudo que puede resultar el fenómeno social de la inmigración; por el contrario, se compromete a relatar sin tapujos el flujo migratorio de países africanos y de Medio Oriente con destino a las ciudades de la Unión Europea, indicando los contratiempos y vicisitudes que esto puede generar, a nivel micro y macro económico, pero sobre todo en aspectos de índole social.

A primera vista, el filme de Jonas Carpignano nos podría parecer un retrato cotidiano e insípido de una situación social cada día más constante, que no a todos les podría interesar, sin embargo el director le imprime un toque intenso y emotivo, al retratar el trayecto de dos ciudadanos de Burkina Faso, para ser más precisos de la ciudad de Ouagadougu, hasta su llegada a Rosarno.

La delicada, estética y reveladora fotografía de la cinta nos deja la satisfactoria impresión de que se puede acercar a los espectadores una especie de perfección visual, es decir, la búsqueda del deleite.

Por otro lado, el director nos mantiene al filo de la butaca, poniéndonos como los espectadores de una dupla que soporta de todo, desde el frío y en general las inclemencias del tiempo, hasta la discriminación y persecución. Las secuencias más intensas nos llevan de Libia, donde abordan una lancha en notoria ruina, hasta su accidentada llegada a la ciudad de Sicilia, ya en Italia.

En términos generales un largometraje digno de su presencia, amable lector.

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