Me van a dispensar los optimistas, pero yo veo con gran preocupación los augurios para este año.

No creo que 2015 vaya a ser bueno para México –quizá en Yucatán la situación no sea tan grave-, pero lo que se comenzó a vivir en los días postreros de 2014 en la economía (caída de los precios del petróleo que ha llegado a estar por debajo de los 50 dólares el barril, aunada a una constante baja de la producción;  elevada depreciación del peso ante el dólar, etc.), agravado todo por la cada vez más ominosa presencia de los violentos en los escenarios públicos, no nos permite un margen muy grande para la esperanza.

Yo creo que en este caso, contra lo que postulan las casas calificadoras, como Moody’s y otras, y sus tesis sobre el blindaje de la economía nacional, los simples mortales haríamos bien en blindar nuestros precarios bolsillos, no despilfarrar, mantener a raya los gastos, adquirir sólo lo indispensable y medidas similares, porque, sobre todo los asalariados, si no cuidamos los ingresos que podamos obtener, vamos a sucumbir víctimas de la inflación que no ven nada más los que no quieren verla.

Se trata de ser austeros, no cicateros, porque, aunque nos aseguran que la macroeconomía tienen sus  blindajes, la microeconomía –la de nuestras casas- vive al borde del colapso, aunque esto no es de ahora, sino de décadas. 

Yo diría que mejor ahorre.