|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Alguna gente, y a no pocos comentaristas, no le ha caído nada bien la avasalladora presencia de Manuel Velasco Coello en los quioscos de prensa de la capital de la República, debida a una muy visible campaña promocional de la revista Cambio.

Y, en efecto, el gobernador de Chiapas aparece como si estuviera en plena campaña electoral siendo que lleva apenas un año en el cargo y que no habría, en estos momentos, razón alguna para figurar tan prominentemente en el escenario propagandístico.

Pero, más allá de que esta estrategia de difusión de un semanario parezca poco oportuna y de que haya levantado ampollas —y, sobre todo, dejando de lado el hecho de que pueda terminar siendo contraproducente para los propios intereses del joven mandatario— ¿merece Velasco Coello que le caiga encima un alud de feroces denostaciones siendo que sus desempeños han sido más que satisfactorios?

Cuando llegó al puesto, en las arcas del estado, por cortesía del saliente Juan Sabines (recién exonerado por el Congreso estatal, miren ustedes, que se desentendió olímpicamente de los informes presentados por la Secretaría de la Función Pública de Chiapas que, entre otras cosas, había determinado que cometió irregularidades al ejercer fondos federales por un monto que superaba los mil millones de pesos) no había dinero siquiera para pagar la nómina de los empleados públicos. Y, con la herencia maldita de una deuda de 40 mil millones, díganme ustedes cuáles pueden ser los márgenes de acción para comenzar a gobernar.

Tal vez no hubiera debido dejar que terceros lo cacarearan tan visiblemente, pero Velasco, contra viento y marea, está poniendo orden en la casa. Es de mera justicia reconocerlo. Pues eso. 

Lo más leído

skeleton





skeleton