La “orfandad” de partido del Jefe de Gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, le permite moverse entre tricolores, azules y amarillos para cabildear a su favor. Así lo demostró al lograr que la Federación destine por primera vez a la Ciudad de México un fondo especial por su condición como capital de la República, tal como lo había solicitado Mancera.

Aunque el legislativo decidirá el monto de ese Fondo de Capitalidad, se menciona una asignación inicial de entre siete y nueve  mil millones de pesos, de los cuales 25 por ciento serían para las 16 delegaciones. Todo esto por los servicios que prestan a la población flotante que a diario transita en la capital, como son: transporte y seguridad; mantenimiento de carreteras, agua potable y drenaje. 

Me pregunto si las demás ciudades que son capitales –como Mérida– o eminentemente turísticas –como Cancún– no merecen recibir una tajada de ese fondo.

Pero este pacto con el PRI es un premio a la cuestionada actuación del Jefe de Gobierno del DF en el plantón de maestros de la CNTE que dejó crecer y que aún no termina, y también con la marcha de los autollamados anarquistas, el 2 de octubre, que exhibió la incapacidad de la policía capitalina para contener los desmanes. 

Por si fuera poco, el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, anunció que en el próximo presupuesto se le entregará a la metrópoli, por primera vez, dinero del Fondo de Aportaciones para la Infraestructura Social, del ramo 33.

Los panistas acusan al gobernante de la capital de utilizar como moneda de cambio su respaldo a la Reforma Hacendaria de Enrique Peña Nieto que, con varias correcciones, es un hecho su aprobación en el Legislativo.

A ver si, como Peña, Mancera acepta el costo político de su decisión de apoyar los impuestos que afectarán a miles de sus gobernados, porque no basta dejar sin IVA a los espectáculos y deportes; o qué, ¿volveremos a la época de pan y circo?