Mi semana cultural en Mérida (I)

Si algo extraño es subir por las escaleras monumentales del Peón Contreras acompañado de una hermosa dama en tacones altos hacia el interior del recién remodelado recinto.

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De visita en esta tierra de lajas ardientes por cuestiones de promoción y gestión cultural, tuve la ocasión de ir por doquier en una semana pródiga en actividades artísticas, donde el don de la ubicuidad me fue útil, pues muchas presentaciones eran simultáneas…

Concierto de apertura de la temporada XXIII de la OSY (Viernes 16)

Si algo extraño al vivir fuera –a pesar de acudir constantemente a la OSN en Bellas Artes-, es subir por las escaleras monumentales del Peón Contreras acompañado de una fermosa dama en tacones altos hacia el interior del recién remodelado recinto que todavía es la catedral cultural del Estado.

Después de casi dos años sin asistir -estuve ahí desde la temporada 1- disfruté enormemente saludar a viejos amigos como Roldán Peniche Barrera, reciente recipiendario de la medalla Héctor Victoria Aguilar, pero, sobre todo, de bailar sobre mi asiento al compás de unos valses de Suppé, Strauss, etc. Si bien el programa fue algo conservador, fue un acierto que el concierto fuera breve, pues más de hora y media de esos ritmos puede resultar cansado.

Los valses de Praga de Dvorak, así como los Nobles y Sentimentales valses impresionistas de Ravel, pusieron el acento a la velada, coronada por la sorpresa de una interpretación fuera del programa: La marcha Radetzky, emulando el Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena, que cada 1 de enero cierra con El Danubio Azul y la marcha antes mencionada, donde el director se voltea a dirigir los aplausos de la audiencia a la par de la orquesta (mi favorita es la versión del káiser Karajan). 

Mérida Fest 2015 (17 y 18 de enero)

Durante el fin de semana se homenajeó al escritor José Agustín y la literatura de La Onda, ocasión inédita pues poco se ha hablado de lo contracultural en Mérida, ya que siendo conservadora, escritores irreverentes como Parménides García Saldaña o Gustavo Sainz no habían encontrado lugar en ella.

No obstante, en el Olimpo, numerosos jóvenes y adultos nacidos en los sesenta opinaron apasionadamente sobre su obra; no cabe duda que un especial cariño se instala en los lectores que han tenido oportunidad de ver reflejadas sus vivencias y pensamientos en aquellos que, como Agustín, escribieron sobre su tiempo y su generación. Luego, crucé al concierto de Los ángeles azules, un tanto desangelado, pues el audio dejó mucho que desear entre los 39 mil asistentes.

A estas alturas la Comuna ya debería saber que la Plaza Grande no sirve para eventos masivos, pues los árboles dificultan la visibilidad y los espacios son incómodos para bailar. ¿Por qué no se hizo en terrenos de La Plancha como el infame “shakirazo”?

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