Michoacán y la advertencia colombiana que se cumplió

Permitir los ejércitos privados, incluso si se supone que son para la autodefensa, es la creación de un monstruo como la Hidra: Si corta una cabeza, dos más vuelven a crecer.

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En septiembre de este año, cuando todo era felicidad, había nuevo aeropuerto, había reformas para implementar y el dólar no tocaba los 14 pesos; escribí aquí que algo pasaba en Michoacán que podría poner en riesgo los buenos meses de la intervención federal: las autoridades parecían estarse auxiliando de grupos civiles para buscar a La Tuta.

En aquella Duda Razonable cité un párrafo del texto del escritor colombiano Héctor Abad en The New York Times el 13 de marzo de este año.

Hoy reproduzco ese y otros fragmentos, pero ahora, por desgracia, como advertencia cumplida:

“Esto es lo que hemos aprendido en Colombia: Cuando el Estado no está presente, son los tiranos locales que toman el poder y brutalmente imponen sus reglas, que no son más que la defensa de sus privilegios. El viejo concepto hobbesiano, que el estado natural de la humanidad es que el hombre es un lobo para el hombre, parece confirmado en estos experimentos anarquistas involuntarios en América Latina. El lobo más fuerte y más rico (de tráfico de drogas o la minería ilegal) domina los otros lobos.

“Por supuesto, cada país es diferente. Pero me temo que hoy México está cometiendo el mismo error cometido en Colombia hace un cuarto de siglo. Los vigilantes parecen ser una cura —son vistos como salvadores— pero en realidad son parte de la enfermedad, un ejército ilegal más, actuando sin restricciones y financiado por el dinero sucio.

“Los vigilantes podrían empezar matando a los secuestradores, narcotraficantes y extorsionistas, pero pronto comienzan a matar a sus familiares, y luego sus amigos, o los que piensan que son sus amigos, y después las familias de los amigos, hasta que todo el mundo es sospechoso y que podrían venir a llamar en su propia puerta, como nos pasó a nosotros en Colombia —como le sucedió a mi padre, cuando fue abatido a tiros en las calles de Medellín.

“Permitir los ejércitos privados, incluso si se supone que son para la autodefensa, es la creación de un monstruo como la Hidra: Si corta una cabeza, dos más vuelven a crecer”.

Pues eso.

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