Michoacán, todos por la revancha

Se perfilan las candidaturas de los dos políticos que en condiciones muy difíciles compitieron por el poder local no hace mucho tiempo...

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Sobra decir que es mucho lo que se juega en Michoacán. Allí se tejen dos series de revanchas: la de la población contra los grupos criminales y la que se dibuja en la renovación de poderes en 2015. La primera se ha desenvuelto de manera accidentada, el crimen alcanzó a penetrar el tejido social, económico y político. La conversión de las autodefensas en policías formales también ha sido complicada, lo muestran los hechos recientes en La Ruana. 

El gobierno federal tuvo que intervenir; la reflexión obligada remite a las expresiones del entonces presidente Calderón sobre los juicios simplistas: ¿qué hubiera ocurrido si no se hubiera actuado? Llevará tiempo para recuperar la normalidad, para ello, al igual que en Guerrero, lo fundamental son las elecciones, que sean los votos y la legitimidad de éstos el piso para erigir autoridades con capacidad para hacer valer el interés general o común.

Se perfilan las candidaturas de los dos políticos que en condiciones muy difíciles compitieron por el poder local no hace mucho tiempo: Luisa María Calderón, por el PAN, y Silvano Aureoles, por el PRD. Leonel Godoy, buen hombre, fue rebasado por la marea criminal incubada tiempo atrás. También el presidente Calderón se empeñó en recuperar terreno, no solo envió fuerzas federales, sino que también intentó, infructuosamente, someter a proceso penal a autoridades municipales, asunto que la tragedia de Iguala ha llevado al centro de la atención.

Con los elementos al alcance, la contienda por el gobierno se realizó en medio del intervencionismo del grupo criminal dominante. Pero no solo intervino, definió el resultado en la elección de muchos ayuntamientos y en la gubernatura. El saldo fue la autoridad del jefe criminal a la que todos debieron rendir tributo. Dice mucho, para bien, que Luisa María y Silvano a cuatro años de los comicios estén al margen de sospecha y lo que es más significativo, que, dadas las circunstancias, estén decididos para dar curso a la exigencia de los michoacanos de recuperar por ellos mismos la tranquilidad.

En la selección de la candidata del PAN adquiere relieve la figura de Ricardo Anaya; queda claro que no llegó acuidar el interés y perspectiva de su amigo y promotor Gustavo Madero, sino para dar respuestas inteligentes y consecuentes al interés del partido. Un padrón cargado hubiera llevado a Marko Cortés a la candidatura, un joven y hábil político muy rezagado de las preferencias de los votantes potenciales del PAN respecto a la también senadora, Luisa María Calderón, quien por propio mérito, siempre ha sido opción en su partido y en Michoacán.

No es excesivo señalar que Silvano Aureoles ha sido una de las figuras más relevantes de la política nacional desde su posición como coordinador de la fracción perredista en la Cámara de Diputados y ahora presidente de ésta. Conjuntamente con su par Miguel Barbosa, se les debe acreditar no solo las reformas, sino un precedente de entendimiento político ejemplar y sin precedente en la relación de la oposición con el poder. 

Las opiniones pueden resultar encontradas por el contenido de los cambios legales y constitucionales, pero es inobjetable el avance que ha tenido la política en términos de civilidad y entendimiento. Buena parte del mérito corre a cuenta de los coordinadores del PRD, ahora, ambos presidentes de las Cámaras.

En el PRI también se va tejiendo una forma de desquite si el empresario Alfredo Anaya resulta candidato. En las elecciones de 2001 perdió frente a Lázaro Cárdenas por una diferencia estrecha, el resultado se decidió en Morelia, donde Fausto Vallejo, candidato municipal resultó ganador por amplio margen, no así Anaya. 

Después de las elecciones ha proseguido una muy exitosa carrera empresarial y ahora como diputado federal es uno de los prospectos con mayor respaldo, aunque sin la claridad que en sus respectivos partidos tienen Luisa María Calderón y Silvano Aureoles. Su proximidad al presidente Peña lo vuelve una opción confiable en cualquier escenario de competencia.

Es muy importante que las elecciones en Michoacán y en Guerrero tengan lugar en condiciones de normalidad. Aunque los problemas tienen el mismo origen (la debilidad del Estado para combatir al crimen organizado), sus expresiones son diferentes; en Michoacán el problema es más profundo y es uno de los estados más ricos y con mayor potencial del país; Guerrero es una de las entidades más pobres y la amenaza mayor está en el radicalismo magisterial, activado con el homicidio de los normalistas de Ayotzinapa y el manipulado viacrucis de los padres de los muchachos.

Las elecciones en Michoacán son del interés superior del país. Nada mejor que el proceso democrático se convalide como el medio para superar el vacío de autoridad local y recurso eficaz para hacer realidad el irrefutable anhelo de vivir en paz y sin agravio.

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