Mimetismo político
En la comunidad había un maloso que a todos jeringaba. Bueno, era de acá, era cuate y pues al menos, como el vino de Martí, era nuestro. De pronto llegó un foráneo que igual nos traía a raya. En un partido de béisbol acordamos enfrentarlos, puesto que la lógica indicaba que el oriundo debería tener una fe de paisanaje de tal suerte que nos defendería.
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Craso error, luego de presentarlos se identificaron y nos pusieron lo que en el argot científico se llama “linda madrina”.
Esto viene a cuento luego de la expectativa que el nombramiento de Emilio Chuayfett al frente de la Secretaría de Educación Pública causó, luego que allá por 2003 fue el artífice de la expulsión de la lideresa del SNTE, Elba Esther Gordillo del PRI.
Enrique Peña Nieto planteó el nombramiento y todo mundo pensó: ya se le acabó a la maestra, de verdad vienen cambios importantes; se acabaron los cacicazgos. En fin. Dije en su momento: “no nos vaya a pasar como con los malandrines”. Así ocurrió, pareciera una premonición.
La reforma educativa tiene algunos elementos que ya fueron planteados por la dirigencia magisterial, como por ejemplo la evaluación universal a la cual se opuso el sindicato mientras el órgano de evaluación no fuera autónomo y que no le sirviera a la SEP como instrumento de represión.
La carrera magisterial que no ha podido cuajar, puede hacerlo a raíz del nuevo planteamiento de EPN en torno al servicio profesional de carrera. No suplantan las banderas del SNTE, sino las asumen. ¿Dónde está la controversia?Sí ha sabido Elba Esther es adecuarse a los tiempos. Debemos recordar que ella fue una herramienta, un instrumento del poder para combatir en su momento a Carlos Jonguitud, cuyo enfrentamiento con el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari le salió muy caro. Se empoderó a Elba hasta el grado que el gobierno requería. El problema fueron los vacios de poder posteriores que fueron ocupados por la mentora. Que nadie se persignen ni se espante.
Creo que las cosas mejorarán en materia educativa; tengo esperanza que así será. Es preciso que las escuelas de tiempo completo, independientemente a quien se le haya ocurrido, prosigan. Por supuesto corregir las deficiencias. Involucrar más a los padres de familia. Saber cómo está cada una de las escuelas en México: cuántas hay; cuántos alumnos, maestros, padres de familia, activos, pasivos, qué hacer con las “cooperativas escolares”, los uniformes, las malsanas cuotas escolares, etc.
Debemos estar pendientes y exigir a nuestros representantes el seguimiento de esa política establecida por el nuevo presidente de México.
No aflojar, exigir, señalar y no aislarnos de los demás. Debemos recordar que: los de ahora, también fueron los de antes.