Mis maestros Luis Miguel y Antonio

Miles de empresas requieren talento directivo de amplio empaque y calidad

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El viernes moderé un panel en el que participaron Luis Miguel Salvador, la cabeza máxima deportiva del equipo Rayados de Monterrey, y Antonio Sancho, que tiene el mismo puesto en los Tigres. Yo era el árbitro. La organización anfitriona era Panamerican Business Network.

Pocas mesas de diálogo he gozado tanto. Los ex futbolistas, ahora convertidos en directivos de alto rango de sus clubes, dieron lecciones de gestión y liderazgo como pocas veces las puede uno escuchar en los principales foros de negocios.

Luis Miguel hablaba del enorme reto que significa que cada semana cuarenta mil personas opinan sobre el mejor modo de llevar la estrategia de un equipo. Muchas lo hacen criticando e infiriendo injurias al por mayor.

Antonio reveló las dificultades que atraviesa un directivo para ejercer liderazgo y negociación frente a los jugadores —sobre todo en una joven posición como la suya—, que implica que muchos de sus ex compañeros de cancha ahora deben seguir sus directrices. Ambos son unos verdaderos maestros del management.

La sesión fue completa, aleccionadora. Hablaron de las apretadas finanzas y presupuestos con los que tienen que sacar adelante a sus equipos; de la espiral competitiva en los precios del talento —las cartas de los jugadores—; de la necesidad de esos dos equipos regios de traspasar las barreras locales para ser referentes y tener hinchada nacional e internacional; de los retos que significa que equipos españoles o ingleses tengan numerosos adeptos en México; de la gestión de los fracasos.

Es tanta la verdad con la que hablan Luis Miguel y Antonio, tanto es su compañerismo y a la vez su ponderada competencia; tanto el gozo por lo que hacen, que pienso que en este tipo de líderes deportivos tenemos al paradigma de ejecutivo empresarial que necesitan muchas firmas mexicanas en el siglo XXI.

No me sorprendería que en el largo plazo cualquiera de los dos fuese nombrado CEO de una corporación de cualquier otra industria. Es más, deberíamos promoverlo.

Miles de empresas requieren talento directivo de amplio empaque y calidad. Llegó el momento de desdoblar el talento de muchos involucrados en el futbol hacia otros ámbitos en el proceso de creación de riqueza. 

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