Todos están en campaña, tanto en el PAN como en el PRI, dicen los observadores de la política del patio. Y parece que sí: unos de una forma y otros de otra, pero ya comienzan a asomar la cara quienes están dispuestos a sacrificarse para recobrar en un caso y mantener en otro la “joya de la corona”: la capital yucateca.

Nomás que hay modos y modos. Entre los panistas, se dan zancadillas, se golpean bajo la mesa, se avientan sin red. Mauricio, Raúl y Salvador buscan afanosamente los reflectores, se mueven para salir en la tele y en los periódicos, airean sus afanes y uno hasta renuncia cuando aún falta más de un año para las elecciones.

En el PRI, Mauricio y Panchito, que son quienes suenan en los mentideros de la grilla vernácula, aunque ni niegan ni afirman nada, trabajan en beneficio de los meridanos. Les llevan programas de ayuda a personas vulnerables, buscan a los ciudadanos para hacerles saber lo que están haciendo en sus respectivos ámbitos de acción: las cámaras federal y local de diputados.

Y un tercero que se asegura también estaría entre los finalistas llegado el momento de la decisión, cumple cabalmente su trabajo en el gabinete sin hacer siquiera algún comentario sobre lo que de sus aspiraciones se dice.

Si me preguntaran, yo diría que prefiero a quienes trabajan que a quienes se pelean la presa aún antes de siquiera tenerla a su alcance.