Movilidad (2)

Se estima que Mérida tiene aproximadamente 450 automóviles en circulación por cada 1,000 habitantes. En realidad es una cifra notablemente baja, muy similar a ciudades europeas

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La sola mención de tres simples palabras: Movilidad Urbana Sostenible puede llevarnos a imaginar una gran cantidad de acciones que podrían llevarse al cabo, en diferentes niveles y dentro de múltiples y variados temas. Hace dos semanas hablé de este concepto, y propuse que en primer lugar debe ser considerado un derecho humano y social básico que debe ser satisfecho de forma igualitaria, y destaqué la importancia de abandonar el modelo de movilidad basado en el uso del automóvil particular, que es precisamente lo que ya están haciendo las ciudades más avanzadas del planeta en este tema y que están en la búsqueda de alternativas para adoptar un nuevo modelo de ciudad sostenible, en el cual la movilidad juega un papel preponderante.

Ante la enorme cantidad de áreas de oportunidad y posibles acciones a realizar, cobra relevancia la pregunta: ¿Por dónde empezar? Me atrevería a proponer que lo primero que habría que hacer sería establecer una política pública general de movilidad urbana sostenible. Las políticas públicas identifican un problema de la comunidad y determinan claramente qué es lo que van a hacer para solucionar el problema, definen cómo lo van a hacer y con quiénes se va a realizar, además de vislumbrar o prever otros  factores, teniendo siempre en cuenta que el principal actor de toda política pública es y será siempre la población. Una vez establecida la política pública, ésta debe permanecer inamovible a lo largo del tiempo, trascender a la administración municipal que la hubiera implementado y ser el eje alrededor del cual girarán todas las acciones posteriores, siempre con enfoque en alcanzar y mantener los objetivos planteados en la misma política.

A partir de ahí, la gran mayoría de las acciones estarán encaminadas a promover una menor utilización del automóvil  y fomentar formas más limpias para desplazarse, tales como caminar, usar la bicicleta y el transporte público siempre que sea posible, o compartir el coche entre varios compañeros para acudir al trabajo. Sin embargo, y aunque ésta es la tendencia, hay que comprender que las cosas no suceden por decreto, los que decidan optar por soluciones amigables con el ambiente para transportarse deben encontrar y tener a su disposición la infraestructura adecuada, bien diseñada y construida, que les permita hacerlo con seguridad, eficiencia y comodidad entre otros atributos, y quienes en ejercicio pleno de su libertad decidan seguir usando su automóvil, igual encuentren las condiciones propicias para seguirlo haciendo.

Se estima que Mérida tiene aproximadamente 450 automóviles en circulación por cada 1,000 habitantes. En realidad es una cifra notablemente baja, muy similar a la que es posible encontrar en ciudades europeas que incluso han sido premiadas por su ejemplar desempeño en movilidad urbana, por ejemplo la ciudad alemana de Friburgo, cuya densidad vehicular es considerada extremadamente baja, de 428 vehículos por cada 1,000 habitantes. Entonces, ¿por qué con una densidad tan baja ya padecemos frecuentes y graves problemas viales? Continuaremos este análisis la siguiente semana.

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