Mucha chamba, poca lana

Manuel es indígena chontal, habla bastante bien español y advirtió que en Mérida hay una mafia que explota a sus paisanos, sobre todo a las mujeres.

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Chapitas sin fuga (II y se acabó)

La Fiscalía General del Estado ya procede en la investigación de la denuncia de la Codhey por el presunto delito de trata de personas. 

Estamos en el caso, pero todavía hay mucho por averiguar, dijo la titular de la corporación Celia Rivas Rodríguez.

Y a este respecto, el propio Ombudsman Jorge Victoria, aseguró que, conforme a los datos recabados por la Codhey, sí hay presunción de trata de personas, y que los chiapanecos son explotados laboralmente.

La Codhey también documentó su denuncia ministerial con una investigación a cargo de su Centro de Supervisión Permanente a Organismos Públicos.

Según el trabajo, al menos 10 entrevistadas señalaron que laboran 10 o más horas al día aproximadamente, sin horario fijo. La mayoría de las mujeres sale a trabajar a las 9 de la mañana, hacen un descanso al medio día para tomar sus alimentos, cuyos costos corren cuenta propia y continúan por las tardes con la venta de sus productos sin tener un horario específico para terminar. 

Laboran todos los días, sin tener prestaciones de seguridad social. Por ejemplo, los viernes y sábados acaban de laborar hasta la madrugada debido a la presencia de turistas y demás visitantes. 

Casi siempre están acompañadas de sus hijos.

Como medida complementaria, están los hombres chiapanecos que ofertan sus diversos productos como dulces, cigarros y flores, por mencionar algunos, expendiéndolos en la zona de bares y restaurantes situados en las principales calles de Mérida y en el Paseo de Montejo, la emblemática avenida de esta capital, según el estudio de la Codhey.


Los mafiosos

Se entrevistó a Manuel, originario de Tuxtla GutiŽrrez, y que vive desde hace casi 10 años en Mérida, laborando como vendedor ambulante y como limpia botas.

Manuel es indígena chontal, habla bastante bien español y advirtió que hay una mafia que explota a sus paisanos, sobre todo a las mujeres. Sostuvo que él se separó de los grupos indígenas y trabaja por su cuenta. 

Comentó que los mafiosos son chiapanecos y yucatecos, pero que están de acuerdo con policías y funcionarios del ayuntamiento de Mérida. Todos se reparten dinero, dijo.

Agregó que varias personas, entre ellas Alberto, "El Juno" (al parecer, un proxeneta), Dilio y varias personas más, distribuyen artesan’as chiapanecas como ropa, bolsas y gorros hechos a mano a más de 100 mujeres, cuyas edades van de los 15 a los 25 años de edad, quienes trabajan, todos los días de 9 de la mañana hasta pasadas las 10 de la noche con una paga de 50 pesos diarios, más sus extras en la venta de otros productos.

El caso es que el dinero de las ventas es captado, todas las mañanas, por los mafiosos o por alguno de sus representantes. 

Se les paga a las vendedoras el resto del dinero se divide entre los líderes y las autoridades corruptas del ayuntamiento de Mérida, solo por el hecho de dejar trabajar a las mujeres. 

Es una cuota diaria que, fácilmente, alcanza los 4 ó 5 mil pesos, estima Manuelito.

Uno de los líderes es el encargado de pagar las rentas de las casas donde habitan, en promedio, 20 personas entre mujeres y hombres; y también las multas en caso de que algunas(os) tengan problemas con la ley y sean detenidas. Las multas no exceden los mil pesos y ello es como la cuota para los policías.

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