Mujer y migrante: doble tragedia

La mujer ya no migra detrás o en busca del esposo, sino lo hace fundamentalmente sola.

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El viernes pasado se conmemoró el Día Internacional de la Mujer -instituido en 1909 como Día de las Mujeres Socialistas en Estados Unidos y luego, en 1910, como Día Internacional de la Mujer Trabajadora, en la II Conferencia de las

Mujeres Socialistas, en Copenhague, Dinamarca-, celebrado el 19 de marzo de 1911 en Alemania, Dinamarca, Austria y Suiza, y desde 1913 trasladado al 8 de marzo, fecha con estatus oficial decretado en diciembre de 1977 por la ONU.

En el marco de este acontecimiento, vale la pena destacar algunos hechos y circunstancias que rodean la efeméride.

Y uno de los aspectos que hoy quiero referir es el de la migración femenina: expertos en movimientos migratorios hablan de la “feminización de la migración” y señalan que en el siglo XXI “la migración tiene rostro de mujer”. 

Un estudio de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), dependiente de la ONU, refiere que en 2005 se calculaba que 175 millones de personas (3% de la población mundial) estaría dentro de la catalogación de migrante internacional (el que vive en un país distinto al suyo al menos un año y no es ni turista ni viajante de negocios) y cerca de  la mitad serían mujeres (en América Latina y el Caribe, el 50.2% del total).

¿Qué significa esto? En primer lugar -y ese es uno de los rasgos cualitativos que destaca la OIM-  que la mujer ya no migra detrás o en busca del esposo, sino que lo hace fundamentalmente sola “para mejorar su situación social y económica”, con las consecuencias de discriminación, abusos, explotación, violaciones  y otros daños colaterales (la alta incidencia del VIH/sida en ellas), aparte de los conflictos personales al haber dejado atrás a sus hijos (ellas son, sin embargo, más responsables en lo que toca al envío de remesas para mantener a su familia de origen).

De modo que, a 104 años de que se celebró por vez primera el Día de la Mujer, aún quedan muy lejos los ideales que le dieron sustento y la “lucha en pro de la igualdad, de la justicia y el desarrollo” que entonces se postuló sigue siendo un buen deseo.

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