El naufragio de Pemex

Ante la caída de los precios del petróleo, Hacienda lanza un salvavidas de muchos millones de pesos para capitalizar a Pemex, lo que nos costará a todos los mexicanos.

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En los años 70, Petróleos Mexicanos despuntaba como la empresa que aportaba mayores recursos a la nación. Gobernaba el país Luis Echeverría Alvarez, Antonio Dovalí Jaime dirigía la paraestatal y Joaquín Hernández Galicia “La Quina” estaba en el apogeo de su poder al frente del sindicato petrolero fundado en 1935, poder que le duraría sólo un par de sexenios más, con la llegada de Carlos Salinas de Gortari. 

En 1971, el pescador Rudecindo Cantarell descubrió una mancha de aceite que brotaba en el mar de Campeche. Ocho años después, la producción del pozo Chac marcó el principio de la explotación de uno de los yacimientos marinos de crudo más grandes del mundo, Cantarell. Dos Bocas (Tabasco), Ciudad del Carmen (Campeche), Coatzacoalcos y Tuxpan (Veracruz) tuvieron un despegue económico.

Entonces comenzó a hablarse del auge de Pemex. Grandes buques petroleros surcaban los mares llevando su carga a puertos nacionales e internacionales. Cien mil pesos –se decía– costaba una plaza, que se recuperaban en un par de años, por los sueldos privilegiados y otras prestaciones a los trabajadores, que se mantienen y que son una de las causas del daño a sus finanzas. 

Años después, José López Portillo nos exhortó a prepararnos para administrar la abundancia del oro negro, abundancia que nunca llegó, pero Pemex siguió siendo la “caja chica” del gobierno y de sus directores, hasta que tocó fondo, y no ahora, sino hace algunos años, por esto está “haciendo agua” y a punto de naufragar.

Hoy se confirma lo que siempre se ha dicho: el gobierno es un mal administrador, una especie de Rey Midas al revés. Y ante la caída del precio del petróleo en un 80 por ciento, Hacienda lanza un salvavidas de muchos millones de pesos para capitalizar a Pemex, ante los problemas de deuda, pagos a proveedores y contratistas, así como falta de capital de trabajo, lo que nos costará a todos los mexicanos aunque se diga lo contrario.

¿Podrá ponerse a flote esta empresa que un día fue orgullo de los mexicanos?

Anexo "1"

Vientos de cambio

En mis Acaecimientos del 15 de octubre de 2015, "Pemex, cliente de la Marina", escribí:

"Eran los primeros años de la década de los 70. Gigantescos buques tanque de Pemex fondeaban en la base naval de Icacos, en Acapulco, casi besando la playa para descargar en un par de días sus miles de toneladas de combustibles mientras emergía su impresionante ‘obra viva’.

Los veíamos desde nuestros guardacostas de la Armada, con “envidia de la buena”. Muchos compañeros deseaban embarcarse en alguno de esos petroleros (...) cuyas tripulaciones integraban apenas una veintena de marinos.

Varios buzos y no pocos ingenieros mecánicos navales egresados de la Heroica Escuela Naval escucharon el canto de las sirenas y migraron a Pemex en busca de mejor futuro.

Hoy, los vientos han cambiado de dirección, pues mientras la Marina ha cobrado impulso con un incremento en unidades y efectivos, así como el despegue de la industria de la construcción naval, con la renovación de buques de la Armada de México, Pemex, lamentablemente, atraviesa por un mal momento tanto por la caída de los precios del crudo a nivel mundial, como por los múltiples problemas que enfrenta a su interior, lo que incluye bajas en su planta laboral... y no se ve cuándo pueda ponerse a flote". 

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