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Llama la atención que la gente se asombre al saber que la del viernes fue la lluvia más intensa en quince años...

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Las lluvias de los días pasados han puesto de nuevo de manifiesto la triste realidad de nuestra infraestructura de drenaje pluvial. Llama la atención que la gente se asombre al saber que la del viernes fue la lluvia más intensa en quince años, pero lo cierto es que al diseñarse un sistema de drenaje pluvial se debe considerar la intensidad de lluvia con un periodo de retorno de 50 años, a fin de asegurar una infraestructura pluvial que evite las inundaciones.

La extensa ocupación del suelo a causa del desarrollo urbano modifica de manera sustancial la hidrología natural de nuestro territorio que es la infiltración del agua hacia el acuífero subterráneo, único destino de las aguas de lluvia, ante la ausencia de cuerpos de agua superficiales; así, las áreas naturales de infiltración que conformaban la estructura hidrográfica son alteradas, lo que afecta su capacidad de infiltración y propicia la ocurrencia de inundaciones. 

Además, el agua que encharca nuestras calles no es solamente la que llueve sobre ellas, ya que en muchas viviendas, edificaciones (incluso oficiales) y plazas comerciales, las aguas que caen sobre sus techos y áreas pavimentadas son drenadas hacia las calles, lo que viola la normativa en la materia.

Mucho he insistido en desarrollar un eficiente e integral sistema de drenaje pluvial, habiendo propuesto tecnologías como la construcción de tanques de tormenta en el subsuelo, aprovechando las naturales cuevas y cavernas que en él existen, o de túneles de infiltración en los estratos permeables de nuestro subsuelo, todo ello incluyendo en nuestras calles su diseño altimétrico para conducir las aguas hasta los puntos de captación o áreas de infiltración. Sin embargo, seguimos con las mismas “soluciones”.

Es preocupante que sigamos con las mismas prácticas, muy diferentes, por ejemplo,  a lo originalmente construido en el centro histórico, en donde las calles escurrían hacia las esquinas que en sus cuatro chaflanes tenían coladeras de piso y banqueta que descargaban a un pozo desarenador, el cual rebosaba hacia el pozo de infiltración que estaba en el centro del cruce de calles. Entendamos que todos debemos impulsar verdaderas soluciones y no tirar basura en las calles.

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