Navidad para todos

Hoy se celebra es el nacimiento de Jesucristo, acontecimiento por el que Dios se atrevió a revestir su inmortalidad de carne mortal,

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Hoy es Nochebuena y mañana Navidad, mientras este mundo loco centra sus esfuerzos y sus horas en la fiesta, con la cena y, ¿por qué no?, en algunas copas, en la medida de las posibilidades de cada quien, habrá quienes hayan ido comprando algunos regalos para la familia, el novio, la esposa o los amigos; es una época en la que nuestra muy persuasiva sociedad de consumo nos impulsa a comprar regalos a quienes nos rodean como la demostración más alta de nuestro aprecio por ellos; si amas es imperioso regalar y si eres amado recibirás algún regalo.

Hemos universalizado una celebración cristiana y en el camino hemos tomado la decisión de alejarla de lo sagrado y divino, para hacerla digerible a muchas otras culturas y personas que no creen en Jesucristo; de esta manera encontramos infinidad de hombres robustos, vestidos de rojo y con largas barbas blancas deambulando por las calles de prácticamente todo el planeta, transformando la Navidad en una celebración a Santa Claus; así las calles de Japón y muchos otros lugares lucen pletóricas de luces multicolores, participando de una celebración religiosa en la que no creen, pero que han transformado en fiesta.

Aun los países considerados cristianos han transformado la celebración del nacimiento de Jesucristo en un festejo eminentemente pagano, dedicado al intercambio frenético de regalos, a los excesos en la comida y la bebida. Se vive ahora privilegiando el festejo, hemos endiosado la celebración de tal manera que la fiesta se ha vuelto más importante que lo festejado; en buena parte de este mundo la gente al dirigirse a uno te suelta en la cara un ¡felices fiestas!, ya ni siquiera te desean una feliz Navidad, centrados en una fiesta que olvida rápida y gradualmente la razón de la celebración.

Y es que parece obligación que en estos días todos deben ser felices, que el dolor, la enfermedad, la muerte y el sufrimiento dejarán de existir, pareciera que mágicamente el marido abusador y violento dejará de serlo por el encanto navideño, el asesino en serie se detendrá, el patrón explotador se arrepentirá, el traficante de drogas ya no lo hará más, nadie morirá en accidentes hoy o mañana, ningún padre o esposo verá entre lágrimas cómo el ser que tanto ama fallece en la cama de un hospital.

Lo que pocos reflexionan es que muchos de esos abusadores, asesinos, violentos y falsos estarán también cómodamente instalados en una mesa celebrando la Navidad después de haber repartido por el mundo todo el dolor, desamparo y agresión que sus podridas almas pueden engendrar, se sentarán ante todos a celebrar el nacimiento de Jesucristo, mientras con su vida diaria niegan todo el amor que el gran Amor vino a traer al mundo con su nacimiento.

Aunque se ha citado miles de veces, pareciera que no acabamos de comprender que lo que hoy se celebra es el nacimiento de Jesucristo, acontecimiento por el que Dios se atrevió a revestir su inmortalidad de carne mortal, cuando decidió descender a este mundo para hacerle saber a sus creaturas que por amor a ellas viviría entre ellas y por su salvación habría de entregar su vida en medio de sufrimientos y clavado en una cruz, para después manifestar toda su gloria en la resurrección y proporcionarnos un camino para la salvación eterna.

La Navidad es símbolo de felicidad pero no es sólo para los felices y alegres, porque Dios no vino a este mundo sólo para ellos, sino especialmente para todos aquellos  que padecen los rigores de esta vida, a entregarnos agua viva con la que nunca tendremos sed; esta plenitud interior, esta paz y este amor vienen de la certeza que Jesucristo dejó en la humanidad de que Dios nos ama y de tal manera que ofrece la vida de su hijo por nuestra salvación.

¡Feliz Navidad a los pobres de espíritu, porque de ellos será el reino de los cielos!

¡Feliz Navidad a los mansos, porque ellos heredarán la tierra!

¡Feliz Navidad a los que lloran, porque ellos serán consolados!

¡Feliz Navidad a los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados!

¡Feliz Navidad a los misericordiosos, porque ellos obtendrán misericordia!

¡Feliz Navidad a los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios!

¡Feliz Navidad a los que sufren persecución en nombre de Jesucristo, porque de ellos será el Reino de los Cielos!

Feliz Navidad para todos, que la paz de Dios reine siempre en sus corazones.

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