Ni los curas se salvan
La Arquidiócesis de México considera 2014 un año "trágico para la Iglesia mexicana", tras señalar que durante los pasados 12 meses fueron asesinados cuatro sacerdotes y un laico.
El crimen organizado se pasó de tueste en este año que ya merito termina. Si bien es cierto que los sacerdotes católicos también han levantado polémica por sus “calenturas hormonales”, también es cierto que no todos pueden ser juzgados de la misma manera.
Lo único cierto es que los malandros también se tomaron muy a pecho los llamados a no dejarse dominar, hecho por curas combativos y que no sienten temor a enfrentarse contra los narcos, Zetas, equis o alcaldes de Guerrero coludidos con bandas de asesinos.
Pues bien, chequen, amables lectores el recuento de los daños hacia los potenciales “mártires” católicos. Ni siquiera en la Guerra Cristera, en la primera década del siglo pasado, las bajas impactaron tanto al Clero. Esta situación también demuestra la podredumbre del sistema político actual. Es una pena.
La Arquidiócesis de México considera 2014 un año "trágico para la Iglesia mexicana", tras señalar que durante los pasados 12 meses fueron asesinados cuatro sacerdotes y un laico. De los casos reportados, cuatro ocurrieron en la región de Tierra Caliente, en Guerrero.
En un comunicado, difundido por el Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México (Siame), señala que en los pasados 24 años se perpetraron 47 atentados contra miembros de la Iglesia católica. De los cuales, "45 son crímenes arteros y dos corresponden a sacerdotes que continúan en calidad de desaparecidos".
Destaca los casos ocurridos en 2014. El primero corresponde a Rolando Martínez Lara, párroco del templo de Santa María de Guadalupe, en el pueblo de Canalejas, Jilotepec, estado de México. Fue asesinado mientras se perpetraba el robo a la parroquia, en la madrugada del miércoles 19 de febrero.
Sólo un día después, Nicolás Carrillo Vargas, laico que acompañaba como chofer al sacerdote José Damián Hernández Veloz, párroco de Villa Nicolás, diócesis de Ciudad Altamirano, Guerrero, fue asesinado tras un tiroteo en el que logró sobrevivir Hernández Veloz, luego de un intento fallido de secuestro, el 20 de febrero de 2014, cuando circulaba cerca de San Antonio de los Libres, municipio de Ajuchitlán del Progreso, en esa entidad.
El tercer caso corresponde al misionero cura John Ssenyando, de origen ugandés, adscrito a la diócesis de Chilpancingo-Chilapa, Guerrero. Fue secuestrado en el poblado de Nejada el 30 de abril. Sus restos fueron localizados el pasado 28 de octubre en una fosa común del municipio de Cocula, Guerrero, en un hallazgo de campesinos que se sumaron a la búsqueda de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos el 26 y 27 de septiembre pasado.
El cura José Ascención Acuña Osorio, de 37 años, fue secuestrado el pasado 21 de septiembre. Su cuerpo fue hallado en el río Balsas dos días después, muy cerca del pueblo de Santa Cruz de Las Tinajas, en el municipio de San Miguel Totolapan, en la región de Tierra Caliente, en Guerrero.
El pasado jueves se localizó el cuerpo del sacerdote Gregorio López Gorostieta, quien presentaba un impacto de bala en la cabeza, Sus restos se encontraron cerca de Ciudad Altamirano, Guerrero. El padre Goyo, como se le conocía, fue plagiado el pasado 21 de diciembre por personas armadas que ingresaron al seminario de Altamirano.
El Reporte Anual 2014, elaborado por el Centro Católico Multimedia, en el que se hace un recuento de los sacerdotes y laicos que han perdido la vida en México durante el ejercicio de su ministerio, destaca que en los dos primeros años de la administración del presidente Enrique Peña Nieto se ha asesinado a ocho sacerdotes y dos continúan desaparecidos.
Amiguitos y amiguitas, ya saben: sugerencias para que se acaba esta barbarie. Si los malos ya no respetan a los sacerdotes (al menos a los buenos), qué sucederá el día de mañana. Pese a todo, tengan feliz año nuevo 2015.