Los niños y la crueldad

La 'sonrisa chueca' de Beth poco a poco perdió la felicidad por las burlas de sus compañeros en la escuela...

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Esta semana múltiples medios reprodujeron la historia de Bethany Thompson, una de esas que enfrían el corazón. Beth era una niña de 11 años víctima de bullying debido a un daño facial permanente. 

Cuando era bebé le detectaron cáncer y durante años luchó contra una enfermedad que “no debería estar hecha” para los niños. Logró superarla, sin embargo, el tumor terminó por dañarle los nervios del rostro provocándole una “sonrisa chueca”.

Esta condición la hizo víctima de otro tumor, uno más agresivo y común entre los pequeños, y que generalmente es provocado por la superficialidad de los más grandes: la crueldad. La “sonrisa chueca” de Beth poco a poco perdió la felicidad por las burlas de sus compañeros en la escuela y el acoso que sufría en redes sociales. 

Un día Bethany se levantó de la cama, tomó el desayuno como cualquier otro niño y luego escribió un triste recado para el mundo: “Estoy muerta. Ya no puedo más con esto”. Al terminar caminó al garage, tomó el arma de su papá y se disparó. 

Historias como la de la pequeña Bethany son difíciles de leer. Ni las leyes, ni nuestras sociedades, ni mucho menos los padres están preparados para una noticia donde la crueldad de unos niños orilla a una pequeña al suicidio. No estamos preparados porque culturalmente se nos ha inculcado que cosas como la muerte, el odio y la venganza son cuestiones que no están presentes en la infancia. ¿Realmente es así?

Cada vez es más común escuchar historias parecidas a la de Bethany las cuales demuestran las fracturas de un mundo decadente. Y si la crueldad de los niños es algo tan innato como lo es el amor o la bondad, nuestra manera de construir el mundo actual tampoco les ayuda. Los niños son nuestra esperanza, una que a veces parece no pintar del todo bien, pero y nosotros ¿qué somos para ellos?

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