El gobierno federal ha sido incapaz de transformar a México como prometió en septiembre de este año.

En contrapartida, estos días sólo le han servido para imponer nuevas cargas tributarias que dañan la economía familiar, el crecimiento y desarrollo nacional. El colmo es que acusan los legisladores del PRI una campaña de linchamiento por el natural reclamo que los ciudadanos les realizan por el incremento de impuestos que en campaña dijeron no iba a acontecer. Se nota que no acostumbran rendir cuentas por su proceder.

Básicamente la energética es la única reforma que queda pendiente en la agenda y que podría ayudar al desarrollo nacional. Por lo que se ve la propuesta gubernamental es mediocre en este objetivo.

En este tema hay una oportunidad por parte de Acción Nacional de demostrar inteligentemente, con responsabilidad y amor por México que las cosas se pueden hacer bien para el país. 

Más allá de la mezquindad con que los priistas negaron en el pasado al gobierno panista y a México el apoyo para esta urgente reforma e independientemente del comportamiento errático y soberbio con que este gobierno federal está guiando al país, el interés nacional es preeminente y el PAN desde su posición debe contribuir a corregir el rumbo.

Dado que esta reforma no puede salir sin su apoyo, los panistas deben exigir para ello no la mediocridad de la iniciativa presidencial sino una reforma que en términos técnicos y financieros sea de verdad detonante de inversiones y desarrollo. Sobre todo es la oportunidad de exigir una legislación que acabe con la corrupción en el manejo de Pemex, impulse la rendición de cuentas, evite la dilapidación de los recursos que genera y termine con la impunidad, antidemocracia y corrupción del sindicato petrolero. Esta agenda es la mínima que se debe exigir si el gobierno federal quiere el apoyo legislativo panista.