No errar una

El doctor Carstens señala tres pilares o fortalezas para relanzar al país al crecimiento, pensando en niveles sostenidos de cinco por ciento en un horizonte de veinte años.

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Reinicia actividades el Congreso estrenando flamantes presidentes de la Cámara de Diputados y la de Senadores, abanderados del Partido de la Revolución Democrática, lo que augura una nueva etapa de civilidad política sin merma del músculo mostrado por el PRD en todos los frentes.

Estamos -en primera fila todos los legisladores- en un escenario enteramente nuevo, con una plataforma de reformas estructurales que van de la energética al nuevo Código de Procedimientos Penales y la Ley de Amparo.

Ocasión para recordar lo que de manera discreta pero permanente ha vertido en diferentes foros el director del Banco de México, Agustín Carstens, siempre merecedor del enunciado de Gracián: “Vale más quintaesencias que fárragos”, polémico, pues trata temas cruciales que tienen que ver con la función estabilizadora de la institución que dirige, en un país renacido de crisis devastadoras al que le ha costado cerca de veinte años ganar la estabilidad que es hoy una de sus grandes fortalezas, aunque a costa de un crecimiento muy por debajo de lo que necesitamos. 

El doctor Carstens señala tres pilares o fortalezas para relanzar al país al crecimiento, pensando en niveles sostenidos de cinco por ciento en un horizonte de veinte años.

El primero, precisamente, los sólidos fundamentos macroeconómicos alcanzados: equilibrio de las finanzas públicas, es decir, gastar lo que se tiene; una inflación bajo control; y un sistema financiero sólido, bien capitalizado, con adecuada regulación y supervisión.  

El segundo es un sector externo fuerte, con un tipo de cambio flexible pero estable; una cuenta corriente con el exterior con niveles reducidos y financiables; y reservas internacionales que alcanzan cifras históricas que rondan los 190 mil millones de dólares y llegan a los 260 mil millones si se agregan las líneas de crédito flexibles contratadas con el Fondo Monetario Internacional.

El tercer pilar es precisamente el de las Reformas Estructurales para asegurar un crecimiento económico basado en el incremento de la productividad de todos los factores económicos, pero estableciendo mecanismos que aseguren su adecuada instrumentación.

Piedra de toque es una asignación más eficiente del gasto público y la inversión social y privada, orientándolos a sus usos más productivos para aprovechar las ventajas comparativas de México.

Nuestros legisladores inician su nuevo período con la definición del paquete económico 2015, incluyendo el Presupuesto de Egresos de la Federación, que, pese a las acostumbradas batallas campales y las legítimas posturas partidarias, pone en sus manos modificar las inercias burocráticas y clientelares del gasto y atender  las prioridades de inversión y desarrollo que el país demanda.

Mientras, recojo los puntuales recordatorios del doctor Carstens para no desatender lo fundamental, con una las prevenciones de Gracián en el Arte de Prudencia: “Atención a no errar una, más que a acertar ciento.” Al tiempo.

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