No me importa nada

Cada vez es más difícil llenar un espacio que debe ser de análisis político, porque pareciera que hay menos información, el 90 % de las declaraciones son irrelevantes.

|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Hay una canción que canta Luz Casal que se llama “No me importa nada”. Una estrofa específica me recuerda mucho a nuestra situación actual en términos de comunicación política: Y no me importa nada que subas o que bajes, que entres o que salgas. 

No le voy a mentir, cada vez es más difícil llenar un espacio que debe ser de análisis político, porque pareciera que hay menos información. ¿No le pasa que abre el periódico y termina ojeándolo porque el 90% de la información es completamente irrelevante? Ni qué decir en las redes sociales. 

Francamente, como dice la canción, no nos importa si el diputado platicó con el Departamento de Policía de Los Ángeles o sirvió de guía de turistas en el edificio del Congreso a un grupo de estudiantes universitarios. Tampoco nos importa si el funcionario acompañó al gobernador en la conmemoración del natalicio o muerte de cualquier personaje histórico. Y menos nos importa si el político se reunió con la comisaría más alejada de cualquier municipio que usted quiera. Ahora si que como dicen los jóvenes: ¿eso qué?

La información se ha perdido en el mar de la apariencia. Es lo más triste que nos ha pasado a todos, porque ante el vacío de información de fondo nos fijamos en cosas que de otro modo pasarían desapercibidas. Por ejemplo, si nuestros legisladores estuvieran inmersos en los debates nacionales, generando información de interés real, nadie se hubiera enterado que, como dijeron algunas fuentes, usaron el avión del gobierno para venir a Yucatán los días de muertos. Y que quede claro que no está bien que anden usando recursos públicos para su beneficio, nos enteremos o no, no se justifican sus acciones. 

Ahí le va otro caso: por más que lo intento, no veo la relevancia de saber que el secretario de Educación se fue a comer con 25 comunicadores. O sea, qué padre que los invite, pero ¿por qué debería interesarnos? Yo conocí el otro día a una niña integrante de los Niños Cantores de Morelia, con una tradición de varias décadas y fama en todo el mundo, y no lo ando publicando porque, espero no ofender, ¡a nadie le importa!

Cada vez es más común que, al leer el periódico, uno sienta que está viendo su página inicial de Facebook: está el que nos avisa que fue a tal lado, el que nos informa qué comió, el que nos presume sus viajes, el que se encontró con alguien y, en menor medida, el que informa cosas de interés. Qué bueno que los diputados se reúnan con el Departamento de Policía de Los Ángeles, pero estaría mejor que nos informen por qué, para qué, qué se logró y cómo impacta esa reunión a la población para la que trabajan. Los boletines de prensa deben tener contenido para que dejen de servir como relleno y sean fuente real de información. 

Como canta Luz Casal: tú juegas a engañarme, yo juego a que te creas que te creo.

Lo más leído

skeleton





skeleton