Nostalgia de la muerte sin fin

No en cualquier parte se realizan festejos nocturnos en cementerios ni se sacan los restos para darles mantenimiento.

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“La indiferencia del mexicano ante la muerte se nutre de su indiferencia hacia la vida”. - Octavio Paz 

Siempre tuve una relación muy cercana con la muerte, ya que nací el 31 de octubre y por consiguiente cada año relaciono mi cumpleaños con los festejos de Halloween y con los tres días del culto mexicano a los muertos que coindicen en estas fechas.

Y es que mi historia es la misma del mexicano promedio, porque somos una nación que tiene una visión muy peculiar de la muerte, incluso habiendo tanta diversidad cultural en el país en cuanto al culto necrológico en donde existen diferencias de culto entre una y otra región.

Pero más allá de la forma, el fondo es lo que nos une, ya que retar y burlarse temerariamente de la muerte constituye parte de nuestras costumbres y del imaginario colectivo que predomina en el país.

Sin embargo, no ahondaré más en el asunto debido a que no pienso meterme en una discusión sobre teogonías y cosmogonías sino apenas rozar la superficie de dicho fenómeno.

Desde un punto de vista ajeno, nuestras costumbres pudieran parecer mórbidas, en el sentido de que no en cualquier parte se realizan festejos nocturnos en cementerios ni se sacan los restos para darles mantenimiento, tampoco en cualquier lugar se come en el camposanto o se construyen altares, etc.

Aunque en el contexto mexicano actual esto es completamente normal, ya que después de todo, ¿por qué no habría de serlo? 

La cuestión aquí es que comulgo con la idea de burlarse de la muerte, de festejarla, de acariciarla, de saborearla y de escamotearla aunque sea una vez al año. Siendo un ateo y malpensado confeso y ruidoso, debo admitir que para mí la muerte no es más que el fin de un proceso natural y biológico.

Pero claro, para el mexicano común es muy aburrido tan sólo morir y hacerse polvo, por lo que no le veo nada de malo al hecho de revestir el fin de la existencia con todo tipo de connotaciones y ornamentos de tipo folclórico.

Finalmente, concuerdo con Octavio Paz y su visión de que “…si la muerte nos traiciona y morimos de mala manera todos se lamentan: hay que morir como se vive. La muerte es intransferible como la vida.

Si no morimos como vivimos es que realmente no fue nuestra la vida que vivimos: no nos pertenecía como no nos pertenece la mala suerte que nos mata. Dime cómo mueres y te diré quién eres”.

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