Nuestra calurosa Mérida

Si cambiamos las tendencias que nos han afectado los últimos lustros, podremos desarrollar microclimas que eviten las condiciones de calor sofocante.

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Durante los últimos días la ola de calor tiene en su poder los titulares de toda la prensa diaria de nuestro estado; sin embargo, ésta es una prueba más de que si hay algo impredecible en nuestro planeta es el clima; baste recordar que nuestros periódicos nos informaban el pasado 25 de septiembre, al terminarse el verano, que el sábado anterior había comenzado la temporada de frentes fríos, la cual se predecía sería un poco más intensa que el promedio histórico y terminaría hasta el 15 de mayo (dentro de tres semanas); sin duda los termómetros en algunos puntos de la ciudad alcanzan los máximos que nos informan, pero habría que conocer cuál es la distribución espacial de las temperaturas en la mancha urbana, ya que es indiscutible el impacto negativo que tiene la alta concentración de vehículos de combustión interna en la ciudad, especialmente en el Centro Histórico. 

Al hablar del clima no puedo olvidar lo que en una reunión decía hace años el director del Centro Nacional de Huracanes en Florida, que al hablar de lo difícil que es predecir el clima recordaba que estando realmente cerca de Cabo Cañaveral no habían podido predecir condiciones adversas en la situación climática que había obligado a suspender el envío de cohetes espaciales en más de una ocasión.

En nuestro caso sería interesante conocer cuál es la influencia de las características de nuestra mancha urbana en el clima, es decir, hasta cuántos grados de diferencia se deben a la deforestación, a la urbanización sin espacios arbolados y mucho concreto y pavimento, y a la orientación de nuestras calles, ya que, si cambiamos las tendencias que nos han afectado los últimos lustros, podremos desarrollar microclimas que eviten las condiciones de calor sofocante.

Hoy día vivimos bajo los temores en torno al cambio climático, que no el calentamiento global, como muchos afirman; cambio climático, porque las condiciones de la superficie de nuestro planeta cambian e inducen un reacomodo de las condiciones climáticas; el promedio mundial no cambia, pero sí su distribución; aunque se produzcan cambios menores de medio grado en el promedio global, en algunos espacios pueden presentarse condiciones de crisis, que son mitigables si caminamos hacia la sostenibilidad.

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