¿Nueva imagen de México?

En eso hace pensar el deseo de “ir cambiando el rostro de violencia, de sangre”, expresado ayer por el presidente Enrique Peña Nieto.

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Ante el comentario de que a una persona “se le ve muy bien”, no falta quien ataje con una respuesta casi siempre lógica: “Muchas gracias, pero de la cara nunca he estado enfermo...”.

En eso hace pensar el deseo de “ir cambiando el rostro de violencia, de sangre”, expresado ayer por el presidente Enrique Peña Nieto.

Y no es que él suponga que el problema sea de pura imagen, sino que el mejoramiento de ésta, dijo ayer, “mucho va a depender de lo que internamente logremos”, ganando terrenos a la delincuencia y proyectando al mundo los rendimientos, avances y logros del país.

Sin embargo, viendo lo que sucede en plazas tan ardientes como la Comarca Lagunera, el saldo de la fallida fuga en la cárcel de Durango, la inconcebible falta de vigilancia policiaca que facilitó la ejecución de un capito herido antes de bala, o las matazones que no cesan entre bandas criminales, lo predecible es que de nada servirán los aciertos en órdenes distintos al combate a la narcoviolencia para componer la destartalada imagen de México.

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