De nueva cuenta, como ocurre cada sexenio, la vieja escoba ocultará bajo la alfombra el polvo de lo que queda del parchado modelo educativo del Plan de 2011. Una vez más, se nos quiere hacer creer que la mágica propuesta no será una imposición como ocurrió con la reforma educativa, sino todo lo contrario, ya que el Modelo Educativo 2016 y la Propuesta Curricular para la Educación Obligatoria serán debatidos a nivel nacional, con la participación de todos los maestros, académicos, autoridades estatales, padres de familia, INEE, SNTE, pedagogos, sector privado, organizaciones civiles y legisladores, pero no se mencionó a la CNTE, el único grupo que ha rechazado desde el principio la actual reforma.

De los tres documentos presentados por Aurelio Nuño, el primero, Los fines de la educación, plantea la formación de ciudadanos con valores, informados y responsables, participativos y capaces de lograr su desarrollo personal, laboral y familiar. El segundo documento, el nuevo Modelo Educativo, descansa en cinco ejes: la escuela al centro del sistema educativo, los contenidos educativos, desarrollo profesional de los maestros, la inclusión y equidad y por último gestión y resultados eficientes del sistema educativo. El tercer documento se enfoca en la propuesta curricular en la educación básica y media superior, proponiendo una mayor selección de contenidos en toda la educación obligatoria.

El nuevo currículo contempla: aprendizajes claros que fortalezcan las áreas de lenguaje y comunicación, la enseñanza del inglés y las tecnologías de la información; además del pensamiento lógico-matemático, la exploración y comprensión del mundo natural y social.

La autonomía curricular propone que cada escuela pueda decidir una parte del currículo. En preescolar decidirán del 15 al 50 por ciento; en primaria, del 11 al 43, y en secundaria decidirán sobre el 14 al 33 por ciento, incluyendo en cada caso nuevos contenidos relevantes, contenidos regionales y locales e impulso a proyectos de impacto social. Con este nuevo “modelo” se hace evidente la desvinculación con las prácticas pedagógicas, ya que requiere de grandes transformaciones en el sistema educativo y de un gran compromiso de los profesores, algo incierto con las evaluaciones impositivas y el nuevo régimen contractual que vulnera los derechos laborales. Existen muchos cabos sueltos en el nuevo Modelo, el tiempo se agota para echarlo a andar en el ciclo 2018-2019 y también se termina el sexenio.