¡Obaaamaaa, nooo teee vaaayaaas!

Y aunque Harper y Obama muy probablemente nomás vinieron para armar un bloque comercial con México basado en la venta de garaje de Pemex hubiera sido muy feo recibirlos enarbolando la triste máxima porfirista de “Tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”.

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Sobre todo porque cada vez que don Barack pasa por esta su humilde casa nos convertimos en una mejor sociedad, en un mejor gobierno. Ciudades grises se reaniman de coloraciones, cunde el orden y el progreso, se pulen las oxidaciones y desaparecen misteriosamente los elementos nocivos que puedan perturbar no solo la paz de los sepulcros, sino la mirada escrutadora de los líderes internacionales que nada más vienen a ver de qué lado masca la iguana.

Esto, para muchos que desconocen las bondades del Manual de Carreño, son ganas de rendirle culto al hombre negro de la profecía. Sí, seguro cuando tienen visitas en su casa los tratan como opositores en Ucrania.

Y aunque Harper y Obama muy probablemente nomás vinieron para armar un bloque comercial con México basado en la venta de garaje de Pemex (me encanta que los especialistas digan que gringos y canadienses no les importa el petróleo mexicano porque ya tienen mucho, se ve que no han oído hablar de la acumulación originaria de capital), hubiera sido muy feo recibirlos enarbolando la triste máxima porfirista de “Tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”.

Digo, sabemos que Harper (a pesar de negarnos la visa) y que don Barack (campeón de las deportaciones), lo que quieren es el bien común. No hay razones para pensar que estas potencias son el mero saqueo colonialista. Es claro que por los 10 minutos que pasaron en México nuestros distinguidos visitantes se llevaron la mejor impresión: sobre todo cuando vieron que Leonardo Valdés, el anticlimático ex titular del IFE no solo dijo que no era traidor a la patria, sino que se negaba a presidir el INE (aún no se gasta su jugosa liquidación). 

Por supuesto, ambos poderosos personajes también debieron imaginar que México está ya suficientemente civilizado al ver que Fausto Vallejo, otra vez instalado en la plenitud del pinchi poder (aunque estén aflorando sospechosismos en el paraíso de las autodefensas), les anunció a los presidentes municipales que están huyendo que se regresen, que él los va a proteger. ¡Gulp!

Y qué decir como rasgo de modernidad que al fin se liberó una orden de aprehensión contra Gastón Azcárraga, el sátrapa de Mexicana. Mientras seguimos aquí, en el mismo lugar y con la misma gente, para que cuando vuelva no sienta nada extraño, Obama nos tendría que haber dejado al menos a La Bestia, ese símbolo automotriz el Yes, we can’t. 

¡Ay, ni un chorizo verde se llevó!  

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