En Yucatán, algunos oficios u ocupaciones son ya parte del pasado y otros siguen vigentes, pues son básicos y aún solicitados para brindar un servicio a la población. Hay unos que han cambiado de nombre o se han convertido en profesiones. Pero ahora me referiré a aquellos muy propios de la región, no reconocidos por la Real Academia Española. El oficio u ocupación se indica con el sufijo –dor, –dora; (abastecedor, aguador, urdidora, etc.); o –ero, –era (albarradero, francesero, panuchera, tierrero, chiclero, terrracero, nochera, etc.).

Al matarife, tablajero o carnicero se le llama abastecedor. Esta es la acepción que se da en la región con las siguientes particularidades: hay carnicero de bovinos y carnicero de cerdo. Un carnicero en Yucatán no “abastece” al público de las dos carnes. El carnicero “mata” o se surte de carne en los rastros. En los pueblos pequeños, si el carnicero mata, es raro que lo haga diariamente, por la escasa demanda. Hoy, sin embargo, con los medios de refrigeración, la situación se ha modificado. Quien se ocupa de vender pollos, por ejemplo, no es un abastecedor, es un pollero. 

A la que persona que urde o teje hamacas se le llama urdidor/a. Que en realidad proviene de enredador/a. Se “urde” de pie frente al “bastidor” (armazón vertical con tiras de madera) con la ayuda de la aguja o kayche’ (lanzadera de madera en forma de pescado).

Un oficio que ha desaparecido es el de aguador, vendedor de agua de lluvia, transportada en una pipa montada en un carro de dos ruedas y tirado por una mula o caballo. El agua se extraía de la pipa mediante una espita que la vertía en las latas o galones para su entrega a domicilio.

Con el sufijo –ero, se forman: chicharronero, persona que vende chicharra (carne o cuero con grasa de cerdo, sin pelo, que se fríe en su propia grasa) de donde deriva chicharronería como las del mercado Lucas de Gálvez, en Mérida. Sorbetero es la persona que hace sorbetes y/o vendedor ambulante de sorbetes o cualquier helado. Esta voz deriva del italiano sorbetto. Don Jesús Amaro Gamboa dice que un italiano llamado Blas Díaz puso la primera fábrica de sorbetes en Mérida.

En la puerta de la fábrica colgó un letrero que decía “Sorbetes napolitanos: de piña, de anona, de plátano, de guanábana y de vainilla”.