Voy a parafrasear a mi amigo el Ing. Humberto Sauri Duch –ducho en asuntos de las ciudades-: la otra mañana, en la avenida de Altabrisa, me detuve para no montar el paso a desnivel justo antes de llegar al Monumento a las Haciendas y no impedir que lo usen los peatones (la fila de autos era bastante larga), y, ¿qué creen?, el que iba detrás de mí me pitorroteo, manoteó y seguramente me refrescoteó la memoria de mi ancestra más inmediata porque no avanzaba. 

Yo no soy Duch(o) en temas de tránsito, pero supongo que no debe uno detenerse sobre esas construcciones destinadas al paso de los viandantes. Para saber si hice bien al no obstruirla, consulté al Duch(o) y me dijo que esos pasos deben estar libres siempre y entonces en mi fuero interno la devolví todos los improperios e invectivas al sujeto aquel.

El ingeniero Duch(o) sacó su arsenal de anécdotas y me contó varias, pero no se las voy a “quemar” porque seguro las quiere para otros artículos de su aleccionadora serie sobre nuestros comportamientos como automovilistas y también como peatones.

Coincidimos, sin embargo, en que ni unos ni otros –y tampoco los ciclistas y motociclistas- somos Duch(os) en usar los bienes comunes como son calles, aceras, semáforos y demás infraestructura vial que se supone debe ser para regular  nuestra  conducta cuando estamos en una u otra –transitoria- condición: a pie o en vehículo.

Traigo esto a presencia del lector –espero que entre quienes lo sean haya algún candidato a puesto de elección- para llamar la atención en este tema, al que considero de la máxima prioridad para evitar accidentes, pero también roturas de mamás, golpes y excoriaciones en diversas partes del cuerpo –como decían los partes policiacos de antes- y feas discusiones en la calle porque todos nos creemos expertos en cosas de tránsito, aunque nuestra ignorancia en el tema supera el grado de supina en la mayoría de las ocasiones. Les dejó a los aspirantes a servidores públicos esta propuesta.

Es gratis. Usenla.