La ideología es la lente para entender la realidad, sin ella todo se distorsiona. De ahí entonces la valía de los ideólogos, muchos de estos personajes marcaron con su pensamiento el camino recorrido en nuestro país.

Hoy, las ausencias de ellos colocan en orfandad a toda una generación que no interpreta los sucesos que acaecen en su entorno.  Esa es la explicación a los actos vandálicos que se han manifestado dentro del contexto del llamado gasolinazo.

La rapiña y el daño a terceros en nada hablan bien de la verdadera rebeldía. Me gusta la rebeldía de Camus: “De la rebelión nace la conciencia”. Esa conciencia sólo puede enraizarse desde la visión del mundo que deseamos construir, para nada es el producto de la improvisación y del llamado a delinquir. 

La izquierda no encuentra dónde cuadrar la realidad. No existió relevo para Arnoldo Martínez Verdugo, ni para Pérez Gay, aún se resiente la ausencia de Arnaldo Córdova y pesa la falta de Heberto Castillo; por ahí transita sin ideología un tabasqueño con sus sueños presidenciales y sus llamados a “mandar al diablo a las instituciones” lo convierten en el gurú de la violencia para muchos de sus seguidores.

En la derecha el extravío los hace subirse al barco que les brinda protección, añoran a González Morfín, mal interpretan a Luis H. Alvarez y le ponen losa a Castillo Peraza.  Lo mismo sucede con el partido gobernante, no hay faro que los ilumine, muy atrás quedaron Reyes Heroles, Fidel Velázquez y Rodríguez Taboada, sus pensamientos no alcanzan a iluminar los problemas de la contemporaneidad. 

A falta de constructores de ideas, los rebeldes se han refugiado en las redes sociales, de ahí emanan todas las directrices para afrontar las situaciones que supuestamente les atañen. Basta con leer las publicaciones de las redes sociales para comprender la conducta de las personas que acuden a los llamados de protestas por las recientes alzas de la gasolina.

Los que están detrás de las “inofensivas redes sociales” son profesionales que utilizan a quienes, con justa razón o no, se sienten vulnerados por las decisiones gubernamentales. Me da la impresión que existe un plan maquiavélico de incendiar al país, utilizando a los menos privilegiados tanto educativa como económicamente en aras de intereses mezquinos; la situación es crítica, pero en nuestra historia contemporánea de peores atolladeros hemos salido.

Es bueno apostarle a la concordia, y la actitud serena que siempre nos ha distinguido, recordemos que ser pacífico o violento es cuestión de cultura; y la cultura es resultado de un aprendizaje.