Otro día más

¿En realidad han mejorado las condiciones económicas y humanas de la llamada clase trabajadora? Poco, si no es que nada.

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Un día más, un Día Internacional -más- del Trabajo. Breves momentos para festejar, quién sabe qué, a los obreros, empleados, chambeadores que, supuestamente, mejoran en algo sus condiciones de vida, pero que en la mayoría de las ocasiones sólo es una vil finta. La triste realidad es que están bien jo… robados.

Nada hay que celebrar en sí, al menos recordar, pero hasta allí. Ya saben, lectores(as), ayer fueron convocados los grandes contingentes de trabajadores, en su mayoría sindicalizados con el PRI, para marchar por el depauperado Paseo de Montejo que, cada día que transcurre, pierde su belleza y sentido original. Ahora sólo es una larga cadena de negocios, algunos quebrados; otros, al borde del precipicio, y los menos, salvando la chuleta.

Con las clásicas mantas y exclamaciones de júbilo (fingido), los miles de trabajadores desfilaron hacia el Monumentos a la Patria -no de la Bandera, como suelen decirle cientos de deschavetados- y, con los grados de calor encima, escucharon los tradiciones discursos de los líderes obreros, aquellos que, por supuesto, no viajan en camión porque sería insultante rozar sus finas prendas con el sudor de los verdaderamente descalabrados de sus carteras, y que aguardan en sus lujosas camionetas, con aire acondicionado, el momento de bajarse para cumplir con la rutina anual.

Por supuesto, el control está a la vuelta de la esquina: trabajador que no se presente, que se olvide entonces del apapacho de los líderes máximos o, siquiera, del segundo o tercero en jerarquía. Luego, entonces, vendrá la amenaza de que les recortarán sus prebendas o determinadas “conquistas laborales”. Esta es, en gran parte, la triste historia del gremio chambeador, obrero, trabajador o garrotero, como quiera llamársele.

En Yucatán, uno de los jerarcas sindicales tomó la palabra y recordó las masacres de Cananea, en Sonora, y de Río Blanco, Veracruz, cuando los obreros fueron reprimidos por las fuerzas del “tirano” Porfirio Díaz, allá por los albores del siglo XX. Por supuesto, la gesta de los “Mártires de Chicago” en 1886. Pero es el discurso de todos los años. ¿En realidad han mejorado las condiciones económicas y humanas de la llamada clase trabajadora? Poco, si no es que nada.

PRIMERA CAIDA.- Si bien los dirigentes sindicales, aunque digan lo contrario, no sufren lo que sus agremiados por la falta de dinero o demás situaciones que les impiden proporcionar cierto bienestar a sus familias, lo mejor que pueden hacer es conseguir mejoras contractuales con las empresas. Al menos que hagan el vacile de que sí se interesan por sus “borreguitos”.

SEGUNDA CAIDA.- Nada mejor que los líderes de los sindicatos oficialistas intenten subsistir con uno o dos salarios mínimos, viajar en camión y sudar la gota caliente (por el calor) durante 12 horas mínimo, porque eso de ocho horas de chamba, muy poca gente se lo cree.

TERCERA CAIDA.- Entonces, ¿qué se celebró ayer? El tradicional acarreo de las fuerzas muertas… de hambre.

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