Pasan las décadas, un partido gobierna y se va, otro regresa, el país y el mundo se mueven con lógicas renovadas, pero el viejo y morboso juego del cálculo de probabilidades sobre los cambios en el gabinete se mantiene en plena forma, como si nada hubiera ocurrido.

El juego se disparó ayer en la tarde debido a: (1) una larga reunión del Presidente y los secretarios; (2) que es enero. Y ahí estábamos, esperando la noticia de quiénes salen, quiénes entran.

Lo interesante es que no hay mucha tela periodística de donde cortar en el tema del gabinete. La probabilidad de que salgan los secretarios esenciales es cercana a cero, están muy fuertes Miguel Ángel Osorio Chong y Luis Videgaray.

Por no hablar del general Salvador Cienfuegos, el almirante Vidal Soberón y Emilio Lozoya. Sólidos lucen, también, el canciller José Antonio Meade, Claudia Ruiz Massieu y Jorge Carlos Ramírez Marín. Y Rosario Robles y Gerardo Ruiz Esparza. El movimiento de Alfonso Navarrete solo es imaginable a otra secretaría o posición de gobierno.

Hay un grupo de funcionarios (desconozco qué tan bien estén haciendo su trabajo) que por ahora no producen efervescencia editorial: Ildefonso Guajardo, Juan José Guerra, Pedro Joaquín Coldwell, Mercedes Juan, Enrique Martínez y Martínez, Francisco Rojas. Sus remociones no serían gran nota.

Así es que la lista de cambios “noticiosos” se limita a dos nombres: Emilio Chuayffet (el más señalado) y Jesús Murillo Karam (versiones sobre su salud, el tránsito de procurador a fiscal y el largo tiempo que permanecería a cargo).

Dos para tanta ansiedad.