Palabras en trueque
Más allá de estrategias comerciales, de palabras vendidas y compradas, tu lectura disolverá el tiempo...
Una de las principales características de los libros de bolsillo es su precio accesible, su pequeño formato carente de lujos, pero con atractivos diseños de portada que atrapan la atención de potenciales compradores.
Punto de lectura es el sello editorial de Santillana que ofrece libros en esta modalidad, su elevado tiraje permite abaratar costos de producción; por ejemplo, el libro que ahora leo es sexta reimpresión (junio de 2011) de la novela Malinche de Laura Esquivel.
Después del gran éxito que obtuvo la publicación de su primera novela, Como agua para chocolate (1990), el solo nombre de la autora es garante de ventas, minimiza las dificultades de inserción en el mercado en la ya de por sí arriesgada industria editorial.
Tanto el período histórico (Conquista de México) como el personaje principal (Malinalli) de la novela –fácilmente reconocibles, pero a la vez ricos en complejidad y controversia– nos inducen a consumir el texto.
Si la Bibliografía al final de la novela nos permite observar el extenso trabajo de investigación de Esquivel, en los Agradecimientos vislumbramos la intensidad del proceso imaginativo que se necesita para la reconstrucción de los hechos. La inventiva con la que llena espacios vacíos nos invita a escuchar con asombro la historia tantas veces repetida.
Más allá de estrategias comerciales, de palabras vendidas y compradas, tu lectura disolverá el tiempo, lo hará continuo; la escritura de Esquivel te vestirá con la piel de los que estuvieron antes de ti, te fusionará con ellos. Acerquémonos a sus letras, vivamos en ellas:
“Tu palabra tendrá ojos y mirará, tendrá oídos y escuchará, tendrá tacto para mentir con la verdad y dirá verdades que parecerán mentiras”.
“Ahora ella podía decidir qué se decía y qué se callaba. Qué se afirmaba y qué se negaba. Qué se daba a conocer y qué se mantenía en secreto [...]. Al traducir, Malinalli podía cambiar los significados e imponer su propia visión de los hechos y, al hacerlo, entraba en franca competencia con los dioses, lo cual la aterrorizaba”.