Palomitas y tachas del movimiento magisterial

Con una semana en paro total en Quintana Roo, los maestros se han convertido en el tema de moda entre los ciudadanos, los políticos y los analistas...

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Con una semana en paro total en Quintana Roo, los maestros se han convertido en el tema de moda entre los ciudadanos, los políticos y los analistas de los medios en el estado, pero en general con mucha desinformación acerca de lo que en realidad pasa en las entrañas de este movimiento.

A nivel local hay cosas positivas y aspectos que no abonan en nada a la causa de los docentes, y aquí expongo algunos de los aciertos y yerros más evidentes.

Hay que ponerles palomita a los docentes por la unidad que han mostrado, por el valor civil de defender sus derechos a pesar del bombardeo de críticas inmisericordes en la mayoría de los medios de comunicación.

Si la lucha terminara hoy, mucho se habría ganado, porque con las históricas manifestaciones y la fuerza conjunta de la base que incluso pisoteó la “autoridad” del líder del SNTE, Rafael González Sabido, el magisterio estatal dio un golpe de autoridad de manera tal que se ganó el respeto de los tres niveles de gobierno. Difícilmente se pueda ver una situación similar con otros sectores sociales.

Una gran palomita también por la solidaridad que han mostrado los maestros del municipio capitalino con sus homólogos del resto del estado que, sacrificando comodidad, economía y tiempo familiar, permanecen en un plantón permanente en los bajos de Palacio de Gobierno. Los profesores locales se han organizado para cooperar en lo que se pueda para apoyar a sus compañeros.

Pero también ha habido terribles errores, espantosas tachas que los maestros tendrán que corregir de inmediato si quieren cosechar el respaldo social.

Bajo ningún pretexto se puede perder la mesura. No es posible que se esgrima como medida de presión ningún acto que afecte la integridad de terceros, como sucedió el pasado viernes en la toma del Palacio de Gobierno, y como ha sucedido con miembros de la prensa.

Es verdad que el gremio ha sido injustamente golpeado por los medios de comunicación, pero aún así la agresión no es la respuesta. Pude constatar en mi persona la intolerancia y el radicalismo con el que se conducen algunos maestros que, con la sangre caliente, se les olvida que aún en la lucha son el ejemplo para miles de niños y jóvenes.

Y la última tacha es la creciente tendencia del chisme y la rumorología a través de las redes sociales, que muchos maestros manifestantes los toman como verdades cuando en la mayoría de los casos son solo dardos envenenados que pretenden calentar el ánimo entre los profesores.

Lo he escrito más de una vez en este espacio, la lucha magisterial es digna, pacífica y debe ser ejemplo de civilidad. No permitamos que se embarre por las actitudes de algunos el nombre de todos. 

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