PAN con PRD en 2015

Rafael Moreno Valle, priista, estuvo con Ernesto Cordero, en su intento por lograr la candidatura presidencial, pero cambió a Gustavo Madero ante la disputa por la dirigencia.

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La alianza electoral entre el PRD y el PAN casi siempre ha dado buenos resultados en los votos. Malos a la hora de ejercer el poder. Así es porque no es lo mismo derrotar al PRI que gobernar juntos. De una o de otra forma quien ejerce el poder se inclina a uno de los partidos, aunque pueden darse casos como Malova en Sinaloa que declara autonomía, con lo que gana libertad para negociar con todas las fuerzas políticas y el gobierno federal del PRI, incluso a contrapelo de quienes le llevaron al poder.

El problema no está en la parcialidad de quien gobierna, sino en la ambigüedad en su manejo político. Para el PAN, el caso más notorio es Puebla. El gobernador Rafael Moreno Valle, de origen priista, llegó a la candidatura por acuerdo de la maestra Elba Esther Gordillo con el entonces presidente Felipe Calderón. Según el reclamo de los propios panistas, sus formas y modos son propios del autoritarismo priista al someter al partido a su gusto y conveniencia. Con facilidad muda de alianzas, estuvo con Ernesto Cordero, es decir Calderón, en su intento por lograr la candidatura presidencial, pero cambió a Gustavo Madero en ocasión de la disputa última por la dirigencia. Su hábil secretario general, Luis Maldonado, recientemente suscribió públicamente militancia perredista.

Otro caso es el de Gabino Cué. Por el desorden en su gobierno y la ausencia de autoridad con la CNTE, el PAN ni quiere acordarse de que fue el primer resultado exitoso de la acción del presidente Calderón de promover candidaturas comunes con el PRD. Como ha sucedido en otros estados, se fue el PRI pero lo que vino no convence. Es cierto que Cué recibió el gobierno con muchas dificultades, precisamente por eso ganó la elección, para mejorar el estado de cosas, lo que no sucedió.

Las alianzas electorales ocurren cuando uno de los asociados es fuerte y el otro débil y hasta antes de Baja California se suscribían para derrotar al PRI. Las cosas han cambiado, como muestra Nayarit y su alianza de facto; y si fuera por Madero, en Michoacán el PAN declinaría a favor de Silvano Aureoles. Pero la lógica de los acuerdos también alcanza al PRI como opositor; en el DF se habla de una alianza o acuerdo con el PAN para terminar con la única entidad que ha vivido bajo el dominio de un partido hegemónico.

Las elecciones intermedias muestran que el PAN necesita menos del PRD que éste de aquél. El PAN puede ganar por sí mismo Michoacán y lo que le aporta el PRD en la elección de Nuevo León es mínimo. En el Distrito Federal están confrontados. Además, las reglas de fiscalización complican significativamente la suscripción de coaliciones; si los partidos por sí mismos tendrán serias dificultades para cumplir con las normas en materia de gasto e informes de éste, mucho más se complicará con una coalición donde difícilmente se puede imponer orden y disciplina.

Sin embargo, la postura de Madero y de Los Chuchos muestra que los acuerdos no son para los votos, tampoco para gobernar. Su dinámica es diferente y es un planteamiento respecto a Enrique Peña Nieto y su significada cuota de pragmatismo, que le ha permitido lograr lo que sus antecesores no pudieron. En Veracruz y Quintana Roo no hubo coalición porque los dirigentes nacionales se desentendieron de sus partidos en los estados. En Nayarit tuvieron que recurrir a la coalición de facto retirando candidatos a conveniencia. El PAN ganó y el PRD perdió. Lo que sí obtuvieron fue la intervención del gobierno federal para hacer disminuir el músculo político de un gobernador con fuerza y popularidad.

Gustavo Madero sabe bien que la única alianza posible con el PRD es la que le reditúe ventaja, más porque su eventual candidatura presidencial dependerá de los resultados electorales. En el PAN hay cohesión y sentido de partido cuando se sienten próximos al poder. Suscriben acuerdos cuando enfrentan a un PRI/gobierno poderoso. El camino al poder local del PRD es diferente, con frecuencia postulan priístas desafectos y de la nada han visto incrementar votaciones y ganar elecciones. El tema de ahora es que las fuerzas internas (Cuauhtémoc Cárdenas) y externas (Andrés Manuel López Obrador) no son afines a una alianza con el PAN, lo que incrementa costos y riesgos políticos.

El PAN siente débil al PRI y sabe que su origen está en la economía, la que no mejorará para la elección. Sin embargo, los expedientes comprometedores afectan a muchos de sus potenciales candidatos, como es Margarita Arellanes en Nuevo León, independientemente de que el PAN todavía no ha sido sometido a cuentas por los recurrentes escándalos y, particularmente, por su discutible desempeño en el gobierno nacional.

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