Para borrar el odio

Me prometí que para esta columna no escribiría sobre Donald Trump, pero las cosas no siempre funcionan como uno desea...

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Me prometí que para esta columna no escribiría sobre Donald Trump, pero las cosas no siempre funcionan como uno desea. Su victoria ha dado una especie de consentimiento a las más indignantes expresiones discriminatorias en un país que, si antes fue elogiado por su grandeza, hoy solamente es señalado por la miseria de su odio. Por lo tanto, aún queda mucho por reflexionar, pero mucho más por hacer, ya que la historia de la humanidad está llena de derrumbes y construcciones. Es por eso que esta vez me pareció pertinente compartir la experiencia que el poeta yucateco Manuel Iris relató sobre su pasado miércoles. El también es profesor universitario en Cincinnati:

“Hoy es uno de los días más tristes de mi vida. Vine a la escuela para ver estudiantes llorando en los pasillos, en las aulas. Mis alumnos hispanos, mis alumnos musulmanes, mis alumnos negros tienen miedo. Mis alumnos blancos están avergonzados. Estamos todos confundidos. Sólo podría recomendarles que se cuiden en las calles, que tengan cuidado de no parecer o ser lo que ellos, los racistas o misóginos, piensan que son. Les dije que no podemos rendirnos, no podemos dejar de luchar por la paz, con paz.

“Además de la elección de ayer, Cincinnati conocerá esta tarde el veredicto de un juicio que ha sido tema de conversación por varias semanas: el caso de un oficial blanco que asesinó, con un disparo en la cabeza a un  hombre negro desarmado. Todos temen que el oficial, llamado Ray Tensing, sea declarado inocente, y la ciudad se vea envuelta en protestas violentas como las que ocurrieron hace una década por razones similares. Mis alumnos tienen miedo, todos lo tenemos. Hoy no puedo hacer ni tolerar bromas e ironías sobre todo lo que ha pasado y lo que seguirá sucediendo. Sólo espero que haya alcanzado ya, los límites de mi tristeza”.

Todos deberíamos sentirnos igual, la empatía es el inicio de la paz.

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