Para entender el drama
La PGR culpa al ex alcalde José Luis Abarca, su esposa María de los Ángeles Pineda Villa de la desaparición de los normalistas.
El relato del procurador Jesús Murillo Karam disipa dudas y sofoca especulaciones.
Las diligencias ministeriales que encabeza sobre los asesinatos y desapariciones en Iguala conducen a una sola dirección: la del ex alcalde José Luis Abarca, su esposa María de los Ángeles Pineda Villa y el grupo criminal del que son, o eran, testaferros.
El matrimonio, molesto porque los normalistas rurales pudieran irrumpir (algo así sucedió el año pasado, recordó Juan Pablo Becerra-Acosta este lunes en MILENIO) en el destape virtual de la señora para el ayuntamiento, ordenó a sus policías y compinches de Cocula reprimir y entregar a los jóvenes a la banda Guerreros Unidos.
La PGR capturó el fin de semana al capo Sidronio Casarrubias, a quien uno de sus principales achichincles (El Gil), le “reporta vía mensaje celular los conflictos que se estaban suscitando” (la noche del ataque a los estudiantes), dijo el procurador, “atribuyéndolos al grupo delictivo contrario…”, o sea: Los Rojos.
De lo sucedido se sabe ya qué, quiénes, dónde, cuándo, cómo y el por qué.
Falta… dar con los desaparecidos.