Para leer entre líneas

El candigato Morris obtuvo votos en todos los estados donde hubo elecciones.

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¿Qué tal las elecciones del domingo pasado? Hubo atentados, candidatos muertos, alianzas, campañas negras y dimes y diretes. Todos los partidos ganaron y también todos perdieron. Para el priismo yucateco, las elecciones de Oaxaca y Quintana Roo requirieron una atención especial por la cercanía, física y emocional. Hace tres años se perdió en esas entidades y este año era la revancha. Perder nuevamente hubiera sido un duro golpe para el PRI y para Ivonne Ortega; vamos, no era opción. 

En Oaxaca se ganó sin mayores incidentes, aunque con poca ventaja, un punto porcentual según el PREP. En Quintana Roo fue otra historia. Las denuncias de irregularidades, compra de votos y manipulaciones fueron constantes durante toda la campaña. Lo más grave fueron los cientos de yucatecos que hicieron un cambio de domicilio para poder votar en Cancún, la ciudad turística por excelencia, e Isla Mujeres, asunto pendiente desde que Alicia Ricalde fue alcaldesa. 

Al PRI, como siempre, sólo le bastó sacar a votar a sus militantes, ya que la abstinencia, también como siempre, fue muy alta. La cuestión es que todos se quejan del PRI, pero no salen a votar por otra opción y los demás partidos se concentran en la misma estrategia de sacar a sus militantes, que son menos en número que los priístas, en lugar de convencer a los indecisos. 

Lo que sí fue una vergüenza fue el caso de Morris, el candigato, que obtuvo votos en todos los estados donde hubo elecciones. ¿De verdad hemos llegado al punto en que nuestros políticos son tan malos que preferimos usar nuestro voto para un gato, en lugar de elegir a nuestras autoridades? ¿Qué dice eso de nuestros políticos? ¿Y qué dice de nosotros como ciudadanos? El gato está muy bonito, sí, y se ve divino en sus posters tipo Obama, pero para quienes nos dedicamos y nos gusta la política es un asunto para reflexionar: los asesores, ¿qué clase de candidatos estamos ayudando a construir?, los partidos políticos ¿qué clase de opciones nos están dando a los ciudadanos?, los políticos ¿qué atributos nos están demostrando?

Cuando trabajo con algún candidato, lo primero que hago es platicar con él o ella y preguntarle por qué quiere ser alcalde/diputado/gobernador/senador. Siempre me dicen lo mismo: nunca me habían preguntado eso. 

Nuestro sistema político es un escalafón: van de alcalde a diputado local, a diputado federal, a senador y a gobernador, con algunas variaciones. Son puestos distintos, pero no importa porque se lo merecen (eso dicen) y es lo que sigue en su carrera, sin importar si están capacitados o no. 

¿Ya supo del candidato oaxaqueño que violó a alguien hace tres años, lo encontraron culpable, fingió su muerte para no ser encarcelado y el domingo resultó ganador de la elección a presidente municipal de San Agustín Amatengo? Se lo encargo.

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