Paradojas...
Aunque lees mis letras, lees sobre las letras de otros que han escrito antes de mí, y a quienes yo leo.
Aunque me lees los sábados, yo escribo los jueves; aunque quizá tú lees de mañana, yo escribo de tarde.
Aunque lees mis letras, lees sobre las letras de otros que han escrito antes de mí, y a quienes yo leo.
Su nombre primero fue Juan de Yepes y Álvarez, él lo cambió por Juan de la Cruz; vivió en el siglo XVl, en España, territorio del que no salió; sin embargo su escritura ha recorrido siglos y tierras.
Cuando nació, era rey Carlos V, a su muerte reinaba Felipe ll. Inició siendo enfermero, concluyó siendo místico.
El índice de la antología que leo, sentada ante la computadora en la que escribo, me dice que alberga un Prólogo, unas Notas biográficas, y algunos Apuntes críticos; todo ello escrito por el profesor Agustín del Saz. La antología ha sido editada en Barcelona, en 1985.
El libro contiene una selección de poesía, prosa, sentencias y cartas; y finaliza con una sección bibliográfica sobre la obra del autor antologado. Me detengo entre sus páginas, y leo…
La reflexión sobre la obra literaria nos habla de poesía lírica y mística, amatoria y espiritual, configurada por canciones y diálogos; versos escritos, muchos de ellos, durante el encarcelamiento que vivió su autor.
En pleno siglo XXl siguen vigentes los poemas del llamado Siglo de Oro; rodeados de nuevas tecnologías, los versos continúan siendo reproducidos y leídos.
Desde ellos, poemas y versos, un hombre nos habla de amor, de amor espiritual: “Hace tal obra el amor, / después que le conocí, / que, si hay bien o mal en mí, / todo lo hace de un sabor, / y el alma transforma en sí; /y así, en su llama sabrosa, / la cual en mí estoy sintiendo, / apriesa, sin quedar cosa, / todo me voy consumiendo”.
Aunque lees la columna de un periódico, hoy, lees poesía; aunque lees sobre el amor, hoy, lees sobre el amor espiritual.