¿Partido o franquicia electoral?

La salida de Carlos Navarrete para nada garantiza que el partido, descabezado, consiguiera reconformarse, el dirigente pide que Cuauhtémoc Cárdenas argumente y se debata su radical y enérgica propuesta.

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Más allá de pareceres, filias o fobias  y de lo que la militancia y los simpatizantes del PRD ganarían o perderían si se atendiera el emplazamiento de Cuauhtémoc Cárdenas para que renuncie la dirigencia nacional del partido que fundó, el ingeniero tiene razón en que algo deben hacer los perredistas para que lo mejor (o menos impresentable) de la izquierda recupere credibilidad y supere las contradicciones que la ha llevado a tomar decisiones tan desafortunadas como la que destapó el criminal caso Iguala.

En rigor, sin embargo, el que el dirigente y la nomenklatura se fueran a su casa implicaría una implícita confesión de culpa, injusta sin duda porque prácticamente acababan de llegar cuando se dio el trágico suceso, y su salida para nada garantiza que el partido, descabezado, consiguiera reconformarse.

Tal vez por eso Carlos Navarrete replicó que debe ser en el Consejo Nacional donde Cárdenas argumente y se debata su radical y enérgica propuesta.

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