Pasividad y acción
Desde una parcela del ámbito occidental, la obra Tao te ching ha sido considerada por algunos como un texto que propicia la pasividad.
El español Josan Ruiz Terrés, periodista, director de la revista Cuerpo Mente, y el italiano Onorio Ferrero, profesor de la Universidad Católica del Perú, introducen el libro sobre el que hoy leemos.
La obra Tao te ching, editada en el año 2002, y re-editada por cuarta vez en 2007, es una más de tantas publicaciones de este texto que suma ya veintiséis siglos de existencia.
La edición que tengo en las manos y que comparto contigo reúne un total de 81 versos, cada uno de los cuales va precedido por la versión original en el idioma chino, a la que acompaña una ilustración en blanco y negro.
El libro al completo se le atribuye al filósofo oriental Lao Tsé; sin embargo, los estudiosos del manuscrito y de la cultura a la que pertenece opinan que se trata más bien de una serie de textos elaborados por varios autores y en diversos momentos.
Desde una parcela del ámbito occidental, la obra ha sido considerada por algunos como un texto que propicia la pasividad. Los interesados en leer sus líneas y lo que entre ellas hay, opinan lo contrario.
Leamos pues.
“Modelando el barro se hacen los recipientes,
y es su espacio vacío lo que los hace útiles”.
“El buen caminante no deja huellas”.
“…el sabio obra sin actuar
y enseña sin hablar”.
“Está profundamente oculto, pero nunca ausente”.
“La prisa y la ambición arrebatan el corazón”.
La contraportada del libro nos menciona que el conjunto de versos nos invita a percibir la belleza de la vida, saboreándola, no dando cabida a la desilusión, fluyendo, como la naturaleza lo hace, para acercarnos a la felicidad.