Pasó lo duro, viene lo tupido

El presidente Peña entregará hoy al Congreso el informe anual del estado que guarda la administración pública federal, y mañana dará un mensaje a la Nación.

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El presidente Peña entregará hoy al Congreso el informe anual del estado que guarda la administración pública federal, y mañana dará un mensaje a la Nación.

Mayor atención merecen las reformas energéticas por colocarnos en la y griega del camino: ¿explotar racionalmente el gas y el petróleo; combatir la corrupción; cuidar el medio ambiente; lograr autosuficiencia en combustibles y electricidad; alcanzar competitividad; abatir la miseria; migrar a energías limpias, renovables y baratas; fortalecer a Pemex y la CFE? ¿O ir al saqueo de los hidrocarburos, al negocio de pocos, a mayor dependencia del exterior, a incalculables daños ecológicos y al despojo de campesinos?

Esa es la disyuntiva. Asegurar que vendrá lo primero es un deseo; afirmar que sucederá lo segundo es gratuito.

Será benéfico el resultado si enfrentamos unidos el desafío de superar —sí, superar, no denostar— lo hecho hace 76 años, que fue a causa de la Segunda Guerra Mundial y de la exigencia de Estados Unidos aprovechando el conflicto laboral.

La Suprema Corte decidirá si procede o no la consulta para revertir la reforma, pero, en vía de mientras, resulta un deber ciudadano exigir a las autoridades que sus decisiones se ajusten a la ley para lograr los resultados que necesita y merece México.

Nada fácil es la tarea, por la fragilidad del Estado de derecho, la corrupción e impunidad, la voracidad depredadora de las empresas trasnacionales, las presiones que ha ejercido y ejerce Estados Unidos, así como la falta de dinero y el rezago tecnológico que han impedido la modernización del sector.

Si añadimos el comportamiento de las fuerzas políticas, frecuentemente determinado por intereses electorales, así como las filias y fobias de algunos analistas, el horizonte se verá sombrío.

Por ello, resulta impostergable que nazcan de la sociedad organismos independientes del gobierno —no enemigos de él— para vigilar su comportamiento, exigirle las rectificaciones que procedan y apoyarle en la difícil y trascendente tarea que ya inició.

Mucho dañan la adulación y los piropos a los gobernantes —además de evidenciar la catadura de los abyectos— pero también resulta nociva la obsesión de linchar mediáticamente, a como dé lugar, a quienes tienen la responsabilidad de gobernar, sea por interés faccioso o por el solo placer de hacerlo, y suponer que así se agiganta y dignifica quien puede alardear de que “no se le fue vivo” el funcionario. Ambos extremos son las dos caras de la moneda de la mezquindad. Lo honesto y útil será reconocer con sobriedad lo bien hecho, reprochar, sin concesiones, lo reprobable, y apoyar, con desinterés, lo benéfico.

Si vemos que el camino se bifurca, más nos vale estar unidos y no errar. Tal vez no haya regreso.

ADÉNDUM. Petróleos Mexicanos dijo que perseguirá a los coyotes que cobran a los ayuntamientos por apoyos que éstos reciben de la empresa. Hace 100 años se decía: “Anuncian los papelotes/que en algunas oficinas/va a haber razia de coyotes/¡me alegro por las gallinas!”.

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