Peña Nieto frente a Nuevo León

El problema de Peña Nieto es que su secretario de Economía tiene un complicado camino para derrotar, primero, a otros priistas que aspiran y, después, a los panistas que querrán como pocas cosas volver a gobernar Nuevo León.

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A principios de 2011 Enrique Peña Nieto tomó una decisión que marcaría su destino rumbo a la candidatura del PRI a la Presidencia de la República: la de su sucesor. Todos sabían quiénes eran sus amigos entre los aspirantes.

Peña, sin embargo, miró las encuestas, la trayectoria de trabajo político a ras de tierra en el Edomex, calculó posibilidades de triunfo y sorprendió ungiendo a Eruviel Ávila; lo arropó con sus más cercanos: Videgaray y Nuño, y el ex presidente municipal ganó seis de cada diez votos. Tres a uno fue su ventaja frente al más cercano de sus competidores.

Muy pronto Peña Nieto tendrá una decisión electoral de similar importancia. 

Nuevo León fue de los pocos estados que Josefina Vázquez Mota ganó en la presidencial de 2012, en alguna medida por el apoyo de los empresarios, lo cual —sumado a la reforma hacendaria— ha mantenido cierto grado de “tensión” con Los Pinos desde entonces. 

No les sienta bien a esos empresarios regios, el famoso Grupo de los 10, que por años se sintieron cogobernadores del estado, no tener el poder que por muchos sexenios tuvieron. Aunque no se dan cuenta de que ellos ya no son los de antes.

Algunos gigantes de antaño no los son —Cuauhtémoc e Hylsa ya no son mexicanos, Vitro lleva años empantanado por su deuda— y el empresariado nacional se ha diversificado geográficamente. A esto hay que sumar un gobernador priista que inició habiendo heredado una grave crisis de inseguridad, pero que poco a poco ha dado algunos resultados y dejará una nueva policía. 

Para nadie es un secreto que el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, se muere de ganas de competir por la candidatura priista y la gubernatura. Y tampoco es secreto que a ese viejo empresariado venido a menos le encantaría tenerlo como gobernador. Se entienden muy bien. 

El problema de Peña Nieto es que, a juzgar por un par de encuestas recientes que he visto, su secretario de Economía tiene un complicado camino para derrotar, primero, a otros priistas que aspiran y, después, a los panistas que querrán como pocas cosas volver a gobernar Nuevo León. Guajardo está identificado con el ex gobernador Natividad González Parás, de quien fue jefe de oficina, y no se le recuerda haciendo campaña. 

Imponer a Guajardo como candidato, contra el PRI local, podría tener como resultado regalarle al PAN la gubernatura en el sexenio en que Nuevo León vivirá las mieles de la reforma energética. 

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