Peña Nieto, Krauze, lo folclórico y lo jodido

Si en México existe mucha gente corrupta es simplemente porque aquí nadie los castiga. Los mismos mexicanos no actúan igual cuando y donde hay un costo.

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Hace muchos años que escuché por primera vez la admonición de que no hay que confundir lo folclórico con lo jodido. Fue a propósito de un informe de la CNDH condenando prácticas ancestrales de “justicia” en comunidades indígenas que se parecían mucho a la tortura y la defensa a ultranza de éstas de parte de algunos.

Una cosa es una cosa y otra cosa, pues otra. Este asunto de que los mexicanos “somos así, tan folclóricos” ha servido para justificar cualquier barbaridad.

Ayer, durante la mesa redonda del FCE, el presidente Peña Nieto y León Krauze protagonizaron un breve intercambio sobre si nuestros enormes problemas de corrupción eran “culturales” o también culturales, como defendió el Presidente.

Entiendo y comparto la resistencia de León a aceptar la propuesta del Presidente. Tal vez tiene que ver con que hemos pasado algunos años en otro país y hemos visto a miles y miles de mexicanos salidos de las mismas ciudades, pueblos y escuelas que los que viven en México comportarse con respeto cotidiano a la legalidad y no distinguirse, entre otros grupos étnicos, como el más transa o el más corrupto.

En todos los países, entre todas las nacionalidades, entre todas las razas hay corruptos y hay los que desprecian a la ley. La diferencia es la acción del Estado frente a sus actos; es decir, el costo que las acciones ilegales tienen para quien las comete. Más aún, lo que le toca a Peña Nieto, o a cualquier presidente, es diseñar e implementar un armado institucional donde el no cumplimiento de la ley sea detectado y sancionado. 

Si quienes viven en México hoy transan y se corrompen mucho más que otros —según mediciones internacionales— es simplemente porque aquí nadie los castiga. Los mismos mexicanos no actúan igual cuando y donde hay un costo. 

No solo eso, si bien es cierto que hay millones de mexicanos corruptos, es igual de cierto que hay millones y millones que no lo son. 

Responder a una pregunta sobre corrupción apelando a “lo cultural” o cargar la solución a la reforma educativa es, de alguna manera, justificarla y aplazar la solución. 

Es, en el fondo, confundir lo folclórico con lo jodido.

Y no son lo mismo. La identidad cultural mexicana no incluye la corrupción.

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