Peña Nieto, la más difícil

En su primer viaje oficial como Presidente de México a Washington, ya pasaron 100 días de aquella noche de horror en Iguala, México es otro y acabó abruptamente el confort en el que Peña Nieto se movía antes del 26 de septiembre.

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Ojalá todo nos pasara de largo.- Florestán

Cuando en agosto pasado se comenzó a organizar el encuentro de los presidentes de México y Estados Unidos, para este 6 de enero en la Casa Blanca, nuestro país era otro y las circunstancias de Enrique Peña Nieto también.

Era la víspera del viaje triunfal a Nueva York, antecedida del encuentro en Roma con el Papa Francisco, en la que aceptó la invitación para visitar México, y de aquella visita de Estado a Madrid, la última en la que Juan Carlos fue anfitrión como Rey de España de un mandatario extranjero.

Y de allí, el 20 de septiembre, a Nueva York, donde todos querían una reunión con el hombre de las reformas imposibles, era interminable la lista de citas con presidentes de las grandes empresas y con jefes de gobierno interesados en conocer cómo este presidente había construido acuerdos políticos nunca vistos con los partidos de oposición para crear el Pacto por México, sala de partos de las grandes reformas.

Peña Nieto habló dos veces ante el pleno de Naciones Unidas, copresidió una comida con Obama y otros jefes de Estado, se sentó en entrevistas privadas con primeros ministros, reyes y príncipes, lo entrevistaron los principales medios de Estados Unidos.

Era el mexican moment! Pero también su final. Peña Nieto llegó a Nueva York a las 10 de la noche del sábado 20 de septiembre y regresó a México la noche del jueves 25.

A la noche siguiente, viernes 26 de septiembre, en Iguala, policías municipales mataron a seis personas, entre ellos tres estudiantes de Ayotzinapa y desaparecieron a otros 43, lo que fue un dramático cambio de vía en su trayecto y proyecto de gobierno, complicado posteriormente con el caso de la casa de las Lomas de Chapultepec y el factor Hinojosa que llevó a las exigencias de los queremos vivos y cuentas claras y transparentes.

Hoy en su primer viaje oficial como Presidente de México a Washington, han pasado cien días de aquella noche de horror en Iguala, México es otro y acabó abruptamente el escenario de confort en el que Peña Nieto se movía antes del 26 de septiembre.

Y la alternativa es ruptura y encono, o unidad y progreso.

Está en sus manos.

RETALES

1. COMIDA. El viernes previo a Navidad, Peña Nieto ofreció una comida a sus secretarios, en lo que para algunos fue una despedida. A su regreso de Washington encabezará la primera reunión de gabinete del año que para más de dos será la última;

2. AJUSTES. Los ajustes que dé a conocer en los próximos días, serán decisivos en la conformación de los mandos de la próxima bancada priista en San Lázaro y podrían agregar cartas a la baraja de la sucesión presidencial; y

3. OLGA. Por alguna razón la ministra Olga Sánchez Cordero se negó a presidir la sesión solemne de la Corte, el viernes pasado, que le correspondía por ser la decana. Y por eso fue el presidente saliente, Juan Silva Meza.

Nos vemos mañana, pero en privado

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